En la media cancha / Otra historia

Ya está en marcha el Torneo de Clausura 2020.

Una edición más de la competencia de mayor importancia en la peculiar Liga MX.

Un torneo todavía plagado de futbolistas extranjeros, con su tradicional y muy benévolo sistema de competencia, con la nociva multipropiedad descaradamente afianzada... y con tendencia al alza.

Un torneo, también, con un VAR cuestionado pero avanzando, y con un bienvenido equilibrio de fuerzas a pesar de la evidente diferencia en cuanto al poderío de los planteles; con tres de ellos (los de Monterrey, Tigres y América) claramente por encima del resto.

Un torneo de 18 equipos, sin alguno que descanse cada jornada, tras la inevitable desafiliación de un Veracruz que en realidad fue poco a poco desafiliándose solo.

Un torneo sin descenso porque para fines prácticos quedó descendido el desafiliado.

Un torneo en el que prácticamente cualquiera entre los 18 competidores puede alzarse con el título, con contendientes como el León, el Santos Laguna -y quizá las Chivas, el Morelia, los Xolos, el Pachuca, el Cruz Azul, el Toluca y el Necaxa-, capaces de oponerles cabal resistencia como equipos, en la práctica, a esos tres que en la teoría cuentan con los mejores planteles.

Un torneo más importante que los demás en el balompié mexicano, inscrito en este moderno futbol en el que en México y en todo el mundo los torneos (y los formatos de los mismos) se incrementan y modifican en aras del negocio; como lo confirma, por ejemplo, esa inusitada Final de la Supercopa española que se jugará mañana en cancha árabe... entre dos equipos madrileños que no ganaron ni la anterior Liga ni la correspondiente edición de la Copa del Rey.

Aunque por estos futboleros y concakafkianos...

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