Matías Almeyda, un hombre de mucha fe

CIUDAD DE MÉXICO, mayo 30 (EL UNIVERSAL).- Matías Almeyda era un hombre anímicamente derrotado. El alcohol y su retiro del futbol le nublaron el camino, pero la fe y su voluntad inquebrantable lo convirtieron en el pastor que llevó a la gloria a su Rebaño. Muchos años su único deseo fue estar con los ojos cerrados, aislado incluso de sus seres queridos. No era feliz.

Su problema con la bebida lo orilló a abandonar las canchas cuando era futbolista y la depresión se enredó en su cuerpo como una serpiente.

Ahora, de rodillas en el Estadio Chivas, Matías lleva de nuevo cerrados los ojos, pero esta vez para elevar una oración y agradecer su primer título de Liga con el Guadalajara. Una estampa que revela la mística que impregna a sus pupilos: humildad, unión y, sobre todo, trabajo. Porque aunque se define como una persona espiritual, Dios siempre lo encontró dando su mejor esfuerzo.

Como cuando por fin despegó los párpados y decidió apoyarse en su familia y acudir a terapia psicológica. O cuando en esos días aciagos Diego Maradona lo rescató del encierro, le pidió que lo acompañara a jugar en el showbol y dijo que sí. Entonces sus amigos le propusieron retornar al campo y aceptó. Volvió a defender los colores de River Plate, con el que descendió. Pero nada lo tumbó.

Se sacó la espina al convertirse en timonel de los Millonarios y regresarlos a la máxima categoría del futbol argentino. También lo hizo con Banfield.

Glorioso Pastor. En 2015 "El Pelado" asumió un gran reto: dirigir a Chivas, uno de los clubes más populares de México, en su primera experiencia en el timón fuera de Argentina.

"Chivas es un gigante dormido y...

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