Los Mártires de Tacubaya

AutorE. M. de los Ríos
Páginas721-728
˜ 721 ˜
L os M ·rtires de Tacubaya
11 de Abril de 1859
LA SITUACIÓN de los constitucionalistas fue
en verdad difícil durante casi todo el perio-
do de la época de Tres Años. Después del
triunfo del Plan de Tacubaya y de la derro-
ta en Salamanca del General Parrodi, dada
por el jefe reaccionario D. Luis G. Osollo,
el gobierno de la legalidad representado por
el insigne D. Benito Juárez, había tenido
que hacer una larga y muy penosa pere-
grinación sin encontrar asiento seguro a
su gobierno. De México había pasado por
Querétaro y Guanajuato para Guadalajara;
de Guadalajara había tenido que retirarse
hasta Colima y Manzanillo; en este puerto
se habían embarcado, teniendo que llegar
hasta la República de Colombia para atra-
vesar el itsmo de Panamá y después, tocan-
do en San Thomas y La Habana, había en-
contrado al fin refugio en la Heroica ciudad
de Veracruz.
Viendo los jefes de la reacción la nece-
sidad de acabar con aquel hombre y su go-
bierno, representación de la legalidad y de
los principios democráticos, engreídos por
otra parte con sus éxitos en el interior de
la República, se decidieron a acabar con el
enemigo yendo a atacar la residencia de los
representantes de la ley, y entonces Mira-
món con lo mejor del ejército reaccionario,
marchó a Veracruz y empezó el bombardeo
de la plaza.
El General en Jefe del Ejército federal, el
inolvidable D. Santos Degollado, preocupa-
do con la suerte que podía correr Veracruz,
se decidió a atacar la capital de la República,
o para tomar ésta y cambiar completamen-
te de faz la situación del ejército y del go-
bierno constitucionalistas, o cuando menos
para obligar a Miramón a que levantara el
sitio de Veracruz, como en efecto lo hizo
este jefe.
En la capital el miedo llegó hasta hacer-
se pánico. Zuluaga no sabía qué hacer y cre-
yó por un momento que toda la fuerza de
su gobierno había concluido; pero Márquez
llegó a tiempo para salvar la situación de
los conservadores, y reuniendo a las suyas
cuantas fuerzas pudo tomar en México, sa-
lió con Mejía y otros jefes por la garita de la
Tlaxpana y calzada de la Verónica, a atacar
I

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