Marketer / Ese gran vacío III

AutorHoracio Marchand

Tres exuberantes palacios y 40 mil hermosas bailarinas totalmente dispuestas; esto fue lo que ordenó el rey para su hijo, el Príncipe Guatama.

Es que desde su nacimiento, a Guatama Sakyamuni le profetizaron que sería un emperador del mundo o un Buda. Su padre -sesgado por convertirlo en emperador- decidió que lo mejor era que se quedara en el palacio real rodeado de belleza y placeres para que "le gustara la buena vida" y mantenerlo alejado de las inquietudes que genera el mundo real.

Durante una buena temporada, el joven príncipe dio rienda suelta a sus impulsos hasta que un día, aburrido y agotado, decidió salir del palacio a pasear por el parque.

Ahí se topó con un anciano descompuesto por la edad, de aspecto cadavérico, con el pelo canoso y despeinado. Guatama, hasta entonces aislado de toda gente vieja y pobre, estaba en shock y le preguntó a su sirviente: "¿Quién es ese pobre hombre, por qué es tan feo, qué le pasa a su cuerpo?". Antes de que le dieran la respuesta, en medio de un ataque de angustia, regresó al palacio y se encerró en su habitación.

"¿Qué le pasa a mi hijo?", preguntó el rey. Y le explicaron que había visto a un hombre viejo en la calle. El padre reaccionó enviando por las bailarinas y ordenó música, vino, manjares, diciendo: "Si lo rodeamos de placer, dejará de pensar en eso". Pero fue en vano.

El príncipe siguió saliendo a la calle y todos los días se topaba con miseria, miedos, angustias, enfermedad, injusticia, hambre. Un día decidió dejar su reino y buscar la iluminación personal, lo que eventualmente lo convirtió en el Buda original. Lo paradójico es que justamente la abundancia de placeres, lejos de retenerlo en el palacio, fue de los catalizadores que lo alejaron.

Es que desde milenios confundimos el placer con la felicidad y esto puede ser desorientador.

Para muchos ejecutivos y profesionistas, la idea predominante de felicidad son unas vacaciones de dos semanas en la playa: nada como estar tirado en el camastro percibiendo el olor a mar, untado de aceite bronceador, bebiendo piña colada y fumando un puro caribeño. Pero esto sólo ocurre en las vacaciones, es decir, un 5 por ciento del año de "felicidad", a cambio de un 95 por ciento del año de trabajo.

El hedonismo se centra en que la vida sólo adquiere sentido a través del placer.

Epicuro de Samos (341-270 AC) es aclamado como el filósofo campeón del hedonismo porque está basado en la búsqueda del placer y la supresión del dolor como objetivo o razón de ser...

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