MARKETER / Fin del mundo

AutorHoracio Marchand

Desde la antigüedad, en el fondo del inconsciente colectivo, está depositado el temor del exterminio de la población mundial. El diluvio es un mito universal, que precede por mucho a el libro del Génesis, y que puede rastrearse a docenas de regiones del mundo. Ahora se alborota esa energía con el coronavirus.

El epicentro es Wuhan, China. Una ciudad con 11 millones de habitantes y con más movimiento de viajeros que Nueva York. Dentro de unos días, la ciudad será "cerrada", sus vuelos y demás medios de transporte serán detenidos por completo.

No es una fiera rabiosa; se trata de un enemigo invisible y con potencial mortal. Van cerca de 20 muertos y 500 infectados en China; pero los números en estos casos dan brincos cuánticos y nunca se sabe realmente el tamaño del daño.

El miedo no es infundado. Más de un tercio de la población de Europa falleció por la peste bubónica en el Siglo XIV. En Florencia, por ejemplo, murieron 3 de cada 5 habitantes. Desde entonces, diversas pandemias han amenazado y alimentado nuestro miedo de destino fatal: cólera, tuberculosis, polio, ébola, zika, SARS.

¿Cómo inhibir la propagación si el mundo está más conectado que nunca, si los chinos, en este caso, son los más grandes turistas del planeta? ¿Si estamos tan interconectados y de maneras insospechadas servimos como medio de transporte de virus que mutan para confundirnos? El mundo es caldo de cultivo de nuevos virus.

Hace una semana amanecí con fiebre, migraña, dolor de cuerpo, debilidad y un toque de desesperanza. Al día siguiente le cuento al otorrino pero le aclaro: eso fue ayer, hoy ya no traigo fiebre ni migraña, no me duele nada. Dudando, me revisa, y me da una receta de Tamiflu por si se manifiesta lo que él cree pudiera ser influenza. Al día siguiente, sin fiebre otra vez, sólo dolor de articulaciones. Al siguiente, una leve tos, no fiebre. Luego 3 días de agotamiento franco. No era influenza, no era coronavirus. No fui a China, fui a Chipinque, a un parque en la montaña, y al día siguiente caí enfermo. Es la contaminación, me dijeron. Fue que explotó una fábrica de químicos, dijeron...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR