Marketer / Chivos expiatorios, ovejas negras

AutorHoracio Marchand

¿Dónde está un chivo expiatorio? Encuentren uno rápido, por favor. Necesitamos alguien que cargue nuestra sombra, alguien que pueda ser sacrificado para que los dioses nos sigan favoreciendo, alguien que podamos usar para purgar y limpiar nuestras culpas y defectos.

Las organizaciones necesitan de un chivo expiatorio y, metafóricamente, esta posición hasta podría ser considerada dentro del organigrama. Lo mismo ocurre en las familias, los grupos de amigos, los equipos de trabajo.

De repente se ofrece la necesidad que alguien cargue con la sombra colectiva, como si fuera un depositario de los defectos o deseos no aceptados, como si representara todo aquello que no desarrolla el grupo. El chivo, o la oveja negra, se convierte en objeto de ataque constante para eventualmente ser expulsado del grupo.

Hace años fui testigo de cómo una organización espontáneamente decidió agarrarse de chivo a determinada persona y la acabó despidiendo. Varios ejecutivos del cuerpo directivo, siempre y cuando estuvieran en privado, reconocían que esa persona no era el problema, pero en público optaban por guardar silencio. Al cabo del tiempo me enteraba cómo cada uno de ellos fue señalado como chivo. Tras cada expulsión la patología real quedaba sepultada en medio del polvorín de despidos.

El chivo es un fenómeno de proyección de sombra. La sombra es aquella parte del psique que guarda todo lo que al ego no le gusta -como envidia, sentimientos de inferioridad, impulsos violentos, sexuales, etcétera-, así como las partes que no se desarrollan; pero la energía no se estanca, emerge en diferentes situaciones, siendo la más común de ellas la proyección.

Una proyección es aquello que te genera una emoción intensa, tanto de odio como de fascinación absoluta. Las cosas y personas objeto de la proyección en realidad son como un espejo de resonancia que muestra partes tuyas que no has integrado.

Marie-Louise Von Franz, prolífica escritora y discípula de Jung, señala que en muchas culturas, desde antaño, a las proyecciones se les asemeja a proyectiles que se "avientan" a personas que capturan nuestra proyección. En Latinoamérica, por ejemplo, es común hablar de que alguien causó "mal de ojo", que alguien fue objeto de una maldición, o que conviene le hagan una "barrida" para sacudirse las malas vibras.

Esto puede explicar en buena medida cómo se construyen y se destruyen íconos de la cultura pop e incluso marcas. De cómo seguimos idolatrando, por razones muy diversas, al...

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