MARKETER / Animal político

AutorHoracio Marchand

No hay organización humana que esté exenta de la política.

En una pareja se compite por el control, los hijos compiten por llamar la atención de sus padres, el subordinado hace lo imposible por convertirse en el favorito, el alumno quiere "caer bien" para que lo recuerden a la hora de las calificaciones.

Aristóteles nos llamó animales políticos ya que consciente o inconscientemente buscamos subir en la jerarquía social al igual que toda la parentela genética de gorilas, chimpancés y orangutanes, entre otras especies.

La política es necesaria para definir roles, jerarquías, prioridades y el trabajo en equipo. Sin organización social no hubiera sido posible sobrevivir como especie: mientras unas especies desarrollaron fuerza, otras velocidad, otras camuflaje, nosotros desarrollamos la habilidad de colaboración y el recurso de la flexibilidad.

Pero también es cierto que la política, o más precisamente la politiquería, llevada al extremo destruye a las entidades.

El caso de México es ilustrativo.

Subsidiamos a los políticos para que se dediquen cien por ciento a México y acaban dedicándose a ellos mismos; el malestar es generalizado y las encuestas sistemáticamente reflejan el desencanto de la población. Cada paso a favor de México el político lo condiciona a que él y su tribu obtengan un beneficio como paga.

Se atoran las cosas, las iniciativas se destruyen, se critica a diestra y siniestra y el enfoque es a "cómo no" en lugar de buscar "cómo sí". Pareciera que persiste un deseo macabro de que el País caiga en un proceso de descomposición para promover algún tipo de agenda de rescate y partidista.

Mientras tanto la competencia mundial nos desplaza: ni en el polvo le vemos a los llamados tigres asiáticos y no pintamos en el BRIC (Brasil, Rusia, India, China), grupo que promete en convertirse en los siguientes grandes. Nos estamos quedando atrás y la tendencia se consolida.

Esto se alimenta de una sociedad civil pasiva y melodramática al igual que de empresarios cada vez menos nacionalistas.

Si es cierto que cada pueblo tiene el Gobierno que se merece, entonces esto parece explicar que se idealice a los políticos conforme se evidencia en la amplia cobertura que se les otorga en los medios masivos de comunicación.

¿Será que no tenemos a quién más cubrir? ¿Qué no hay líderes, ni hay sueños, ni se aprecia intención de mejora; que no sabemos a dónde voltear, a quién seguir, en quién confiar?

¿Estamos tan acomplejados, con tan poca autoestima...

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