Mario Castillejos / El más justo

AutorMario Castillejos

El desenlace del Clásico 95 fue tan claro y justo que la siempre absurda teoría de la conspiración arbitral ni al más intransigente de los vencidos se le ocurrió para seguir rivalizando.

Como muy pocas veces en el último año, el sábado en el Tecnológico los Tigres fueron incapaces de marcar el ritmo, de encontrar los espacios y, cuando llegaron a pisar el área rayada, carecieron de remate.

Un buen síntoma de esta inoperancia se reflejó en el exceso de faltas cometidas en el medio campo, mismas que desencadenaron seis indecentes cartones preventivos que tranquilamente debieron de ser más.

Pero lejos de pensar que los Tigres fueron un desastre -porque en ningún momento lo fueron- desde la perspectiva de los duelos individuales, hubo tres que sin lugar a duda marcaron la diferencia:

Uno: Zavala, desde su posición de medio centro defensivo o eje base de todos los caminos, secó al maestro Lucas Lobos para luego darse el lujo de conducir la salida del balón, recibiendo siempre con el cuerpo bien perfilado, soltando para el compañero libre.

Dos: Delgado, con una temperatura corporal que osciló entre los 38 y 43 grados centígrados, humilló al tozudo Torres Nilo, desbordando y sirviendo por la banda izquierda a placer.

Y tres: Severo Meza le arrancó la identidad al punzante Damián Álvarez, al grado de provocar la sustitución del argentino al minuto 65.

Con esta indiscutible victoria, sólo se confirma que las goleadas al Morelia y Pumas en la Concachampions, como al Querétaro, Tecos y América en la Liga, siempre fueron producto del...

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