Mario Castillejos / Futbol desigual

El deseo es la consecuencia final de la emoción.

La escalofriante y valiente victoria del Monterrey en la Copa MX, con una alineación modesta para lo que podría mostrar, nos deja una enseñanza para el análisis.

De entrada, los clientes de antaño repletos de sentimientos quieren héroes, lances, partidos y resultados que los hagan sentirse orgullosos. Y aquí no importa si sus jugadores poseen trayectorias rimbombantes, es más, si se logra con futbolistas sin reconocimiento, tapizados de raspones y anhelos, mejor.

En esta industria, para explotar el sentido de pertenencia, se puede ir en dos direcciones: Una, armar un equipo que gane en desventaja como lo intenta el 99.99 por ciento de los que habitan en un mundo desigual en oportunidades, repleto de arbitrariedades y donde sólo una exclusiva élite gobierna y manda sobre los demás. Dos, construir un equipo que sea esa élite.

Y aquí es donde clubes como Rayados, América, Cruz Azul o Guadalajara se deben hacer la pregunta: ¿Cómo quiero captar seguidores? ¿Siendo el "alazán" de los ricos o el "rocío" de los pobres? El solo hecho de poder escoger ya es una ventaja enorme. Pero si usted me pregunta, yo me inclino por la segunda, sobre todo porque vivimos en un milenio donde nos bombardean de productos inspiracionales.

Sí, el estadio del Monterrey, por ejemplo, ya es majestuoso y para entrar los precios son elevados, la gente que asiste forzosamente espera ver un plantel que también arranque envidia sobre el resto. Y éste es el motivo antes que cualquier otro, del porqué las entradas al BBVA han bajado drásticamente.

Señores, el futbol es una...

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