Mario Arroyo / Independencia o nacimiento

AutorMario Arroyo

Los días patrios suponen siempre una amable ocasión para sentirnos mexicanos, celebrar la independencia, revivir las tradiciones y, ¿por qué no?, hurgar un poquito en nuestra historia para tomar conciencia de quiénes somos realmente.

Ahora bien, esto último no es sencillo, puesto que durante mucho tiempo se ha intentado adoctrinarnos, ofreciéndonos una visión canónica de nuestra independencia, de nuestros héroes y de nuestra identidad. Constructo con fines políticos y de propaganda. No es sencillo acudir a las fuentes, ni encuentran suficiente difusión visiones alternativas de la historia nacional.

Como muestra, un botón: en realidad, es este año el año del bicentenario de la Independencia. De hecho, no es el 16 de septiembre el día que debiéramos festejar, sino el 27 de septiembre, día del que casi nadie se acuerda. Tanto como a Miguel Hidalgo -iniciador- deberíamos reconocer a Agustín de Iturbide -consumador- de nuestra Independencia. Pero no es así, porque la historia oficial tiene un fuerte componente doctrinal que no puede ser soslayado.

En realidad, el inicio de México como país, su nacimiento como realidad novedosa emancipada de España, se da el 27 de septiembre de 1821, se cumplirán 200 años en breves días. Si nos descuidamos pasará desapercibido.

Digo de intento el comienzo de México porque nos hemos comido mitos que nos remontan miles de años atrás, pero no son objetivos. Nosotros no somos ni los mayas, ni los olmecas, aunque conservemos orgullosos sus vestigios, la realidad mexicana es muy distinta de la que vivieron esos pueblos: el idioma, la cultura, la rueda, la escritura y la religión son diferentes.

Aunque nos pese, y les solicitemos que nos pidan perdón, durante tres siglos fuimos parte del Imperio español, y eso, nos guste o no, conforma parte de nuestra identidad y de quiénes somos. Basta ver el idioma que hablamos, la configuración de nuestras ciudades, nuestros apellidos, para darnos cuenta de que es así. Y no tiene por qué no gustarnos esa realidad, pues al reaccionar así manifestamos un complejo no superado sobre nuestra identidad.

En lugar de "enaltecernos", pone en evidencia el carácter acomplejado de la historia oficial. México es la fusión de dos culturas, como admirablemente expresa el mural de Jorge González Camarena, y comienza su andadura apenas...

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