Mario Arroyo / La autoestima de Dios

AutorMario Arroyo

Transcribo un diálogo de mi clase de Teología: -"¿Para qué creó Dios el universo?". -"Por amor y para manifestar su gloria". -"¿Para qué nos creó a nosotros?". -"Para conocerlo y amarlo en esta vida y gozar de Él después en el Cielo". -"¿Cuál es el fin de la vida del hombre?". -"Darle gloria a Dios sirviendo a nuestros hermanos". -"Profe, ¿Dios tiene baja autoestima?". -"No, ¿por qué lo preguntas?". -"Es sencillo: se siente solo y nos crea para que le amemos y le demos gloria; es como si necesitara de nuestro amor y de nuestra glorificación, sin necesitarlo. Las personas con baja autoestima necesitan que se las reconozca, sentirse amadas... Dios también".

Como se ve, no son sencillas las preguntas de mis alumnas filósofas. Está claro que Dios no tiene baja autoestima, que no necesita crearnos, que la creación es un acto libre y amoroso de Dios. Pero ¿cómo compaginar ambas cosas? Es decir, que Dios no "necesita" crearnos, no "necesita" manifestar su gloria, no "necesita" nuestra gloria ni nuestro amor, con la realidad de que efectivamente lo haya hecho y sea su gloria el fin de todas las cosas, nuestra vida incluida, y efectivamente espere amor de nuestra parte.

Hay dos insuficiencias en el planteamiento. Una antropológica y otra teológica. Además, peca de "antropomorfismo" es decir, proyectar en Dios, automáticamente y "sin traducción" por decirlo de algún modo, los cánones humanos. La insuficiencia antropológica es simple: no es señal de baja autoestima la necesidad de ser queridos; es una necesidad humana. La felicidad del hombre, como apetito fundamental de nuestra naturaleza, que escapa incluso a nuestra libertad, consiste en el amar y ser amados. Ser amados es, en consecuencia, una necesidad básica del hombre, sin la que su apetito fundamental, el bien al que necesariamente tiende, la felicidad, estaría frustrado. Ahora bien, hay formas normales de buscar ser amados y formas patológicas de hacerlo, pero el deseo de serlo es innato a nuestra naturaleza.

La insuficiencia teológica es aplicar sin más los conceptos humanos a Dios, como si fueran igualmente pertinentes, olvidando que, en su profundidad, Dios es un misterio. Lo que predicamos de Dios es más desemejante a Él que semejante; de Él sabemos más lo que no es que lo que es...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR