Marineros en tierra (V)

AutorDaniel de la Fuente

Jesús Víctor Llano Cobos se encontraba esa tarde del jueves 23 de junio del año pasado en su base de taxis, situada en Carretera Nacional y Cuauhtémoc, en Sabinas Hidalgo, cuando llegó un convoy con 20 camionetas muy grandes, color plomo, repletas de efectivos de la Marina.

El hombre de 47 años, robusto y de gafas, miró con curiosidad al montón de elementos, muchos encapuchados, que bajó de los vehículos y, empuñando sus armas de alto poder, entró a toda prisa al Hotel La Quinta de este municipio ubicado a poco más de 100 kilómetros al norte de Monterrey.

Al poco tiempo, los militares regresaron, subieron a sus vehículos y, cuando estaban por retirarse, Jesús vio que los oficiales iban propinando puntapiés a personas que llevaban acostadas en las cajas de las camionetas.

En eso, en la penúltima camioneta se percató que pasaron a un joven del asiento de adelante al de atrás.

"Ahí llevan a Junior", le dijo un amigo chofer de Transportes Tamaulipas, quien también observaba el operativo, en referencia al hijo de Víctor, como le dicen. El hijo lleva el mismo nombre y es taxista en la base familiar.

Sin medir consecuencias, Víctor corrió y se puso frente al vehículo: "¡Ése es mi hijo! ¡Entréguenmelo! ¡Somos taxistas!".

"¿Este culero es tu hijo?", le preguntó el marino casi con coraje.

"¡No somos esa clase de personas!", respondió, valiente. "¡Somos gente de trabajo, bájelo!".

El militar le dijo que si su muchacho no tenía "nada que ver", lo traería de regreso.

"Si no tiene nada que ver, ¿para qué te lo llevas?", le alzó desesperado los brazos al ver que el contingente no se detenía, pero el militar ni contestó.

"¡Párense!", les gritó, "¡dénme a mi hijo!", pero uno de los militares hizo señas para que el convoy continuara su camino.

Víctor miró entristecido alejarse la camioneta con su muchacho, de 23 años, visiblemente asustado, a quien de pronto le aventaron una sábana, lo obligaron a recostarse y le comenzaron a dar de golpes.

···

Antes de llegar al Ministerio Público de Sabinas, un amigo de Junior le dijo a Víctor que el taxi del muchacho se encontraba con las puertas abiertas frente al Hotel San Ángel, a donde había ido a llevar pasaje, un par de mujeres.

En ese lugar se había llevado a cabo un operativo al que llegó el mismo convoy de camionetas y dos helicópteros que no dejaban de sobrevolar la zona. Los marinos sacaron e interrogaron a empleados y huéspedes. A algunos se los llevaron.

Por eso, dice Víctor, al llegar, el Ministerio Público "era un lloradero".

"Todos estaban desesperados preguntando por su familiar, porque durante la madrugada los marinos estuvieron haciendo operativo, pero en casas.

"No sé cuánta gente se llevarían sólo ese día de lo de mi hijo, como 18 o 20, quizá más, pero ahí me enteré que se habían llevado a una señora de 54 años que vivía sola en su casa".

Víctor preguntó en la dependencia dónde estaban los detenidos por la Marina y le dijeron que fuera a la Séptima Zona.

Al llegar al Campo Militar, Víctor pasó al Ministerio Público.

"Lo han de tener como sospechoso", le dijeron.

"Es taxista"...

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