Mariela Saldívar / Una ruta para la movilidad

AutorMariela Saldívar

Los problemas públicos en Nuevo León están sobrediagnosticados con planes y propuestas muy elocuentes. Ejemplo de ello fue el proceso de elaboración de la Ley de Movilidad, aprobada en el Congreso en diciembre de 2019.

Para ello, los diputados y las diputadas organizamos múltiples de mesas de trabajo con expertos reconocidos, quienes durante un año nos dieron sus recomendaciones.

En resumen, los especialistas nos pidieron imaginar en qué ciudad queríamos vivir, y a partir de esa imagen, nos invitaron a adecuar la Ley.

La respuesta fue obvia. Queríamos vivir en una ciudad más compacta y verde, en la que todas y todos (millones de personas) pudiéramos caminar y acceder de manera rápida y a un costo razonable a nuestra casa, trabajo, escuela, etcétera.

Para lograrlo, necesitábamos ser más estrictos en la aplicación de la normativa en desarrollo urbano, establecer una política integral de transporte y mejorar nuestra política social para no seguir expulsando a los menos favorecidos a la periferia y los cerros, ni confinando a las personas con alguna discapacidad.

Los expertos nos trazaron una ruta.

Bajo el liderazgo de la Administración Pública Estatal se podrían coordinar los esfuerzos de todos los poderes y niveles de gobierno, para adecuar las leyes, y ejecutar programas y proyectos para intervenir las ciudades metropolitanas. Asimismo, se debía de involucrar a los sectores empresariales y las organizaciones civiles vigilantes del cumplimiento.

En materia de transporte público, puntualmente, los especialistas propusieron crear un organismo paraestatal, que se encargara de coordinar todo el sistema, con una administración técnica, profesional y transparente, donde estuvieran sentados los transportistas, las cámaras empresariales y las organizaciones civiles defensoras de los derechos de los peatones, ciclistas y usuarios.

El objetivo de este organismo debía centrarse en lograr que cada día más personas decidieran dejar el coche en casa, y utilizaran el transporte público. Para ello era indispensable que mejorara la calidad del servicio, es decir, que fuera más rápido y seguro.

Estas propuestas fueron documentadas y entregadas por escrito, a bombo y platillo...

¿Qué sucedió después? Lo de siempre.

En el Congreso, las recomendaciones fueron congeladas, y en su lugar se aprobó una Ley enfocada en el transporte, olvidando la dimensión urbana y social de la movilidad.

La aprobación de la Ley se dio entre varias irregularidades que merecieron la...

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