María Elena Esparza Guevara / Juego de niñas

AutorMaría Elena Esparza Guevara

Casi medio millón de niñas mexicanas -496 mil 25- realizan ocupaciones no permitidas en jornadas de trabajo de hasta 14 horas. ¿Son pocas respecto a las 18.9 millones que viven en nuestro país, según el Censo 2020 del INEGI? ¿O son muchas en relación con la obligación de salvaguardar el interés superior de la infancia de manera universal? No depende del cristal con que se mire.

Si bien cualquier ocupación de personas menores de 15 años es ilegal, de acuerdo a la Ley Federal del Trabajo (LFT), hay algunas catalogadas como prohibidas por ser social y moralmente indeseables, como la servidumbre por deudas, el uso, reclutamiento u oferta para la prostitución, producción de pornografía o para cometer ilícitos. La Organización Internacional del Trabajo define como peligrosas las labores que exponen al abuso físico, psicológico o sexual; las que se realizan bajo tierra y/o agua, en alturas peligrosas, espacios cerrados o insalubres y los horarios prolongados o nocturnos, entre otras.

En cualquiera de esas actividades se encuentran las 496 mil 25 niñas que la más reciente Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI), de 2019, señala en condiciones extremas. El mismo instrumento revela que el universo de niñas trabajadoras en México es de 1.3 millones y llama la atención que, a pesar de haber más niños ocupados, conforme avanza la edad el riesgo se agudiza en mayor medida para ellas: al contrastar de los 5 a 9 años con 10 a 14, el porcentaje de ocupación aumenta 3.7 veces en sexo femenino, mientras que en el masculino es de 3.4 veces.

Menores trabajando no son un problema aislado, sino producto de un ecosistema en el que existen conexiones profundas con las condiciones de pobreza, brecha educativa y un entorno que normaliza las violencias. En su capítulo mexicano, Save the Children -encabezado por la ejemplarmente comprometida Maripina Menéndez- ha alertado que por cada punto porcentual que aumenta la pobreza, el trabajo infantil crece 0.7 por ciento.

Como en muchos otros pendientes en materia de derechos humanos, la condición rural es una intersección de vulnerabilidad de alto impacto. En lo que se refiere a trabajo infantil, el 71.7 por...

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