Los margenes de la interpretacion en la hermeneutica analogica de Mauricio Beuchot: a proposito del infinito aristotelico.

AutorZagal, Hector
CargoNotas Y Discusiones

RESUMEN: Héctor Zagal presenta una discusión a Mauricio Beuchot acerca de la hermenéutica analógica que este último ha propuesto. Zagal se centra en el problema de la interpretación infinita. Es sabido que algunos pensadores dicen que la interpretación se va al infinito, ya que cada interpretación engendra otra, y así sucesivamente. En su Tratado de hermenéutica analógica, Beuchot intenta frenar la progresión infinita distinguiendo, como hace Aristóteles, entre infinito actual e infinito potencial. Beuchot concede que la interpretación puede ser infinita en potencia, pero no en acto. Zagal le argumenta que, de todos modos, sigue disparándose al infinito, por más que sea de manera sucesiva, y no simultánea. Beuchot responde que aunque en principio la interpretación pueda irse al infinito, nos basta con que de hecho debe detenerse, pues nuestra mente es finita. Asimismo, añade que, aun cuando en principio la interpretación puede irse al infinito, es la comunidad interpretativa la que nos ayuda a detener dicha progresión, al poder compartirse entre los intérpretes, en el diálogo, argumentos para justificar la interpretación que ofrecemos de algún texto.

PALABRAS CLAVE: analogía, hermenéutica, interpretación infinita.

  1. INTRODUCCIÓN

    Beuchot es un filósofo combativo, que reúne la rara aptitud de la conciliación con la contundencia. Tratado de hermenéutica analógica (1) es un libro duro, auténtico tour de force, donde se hace gala de erudición, habilidad argumentativa y capacidad de conmensurar tradiciones.

    A diferencia de buena parte de la bibliografía filosófica contemporánea, el Tratado de Beuchot no es simplemente una glosa de glosas --"discurso parasitario" en terminología de G. Steiner-- ni tampoco es crítica puramente demoledora. El autor utiliza el pico contra los muros, pero también emplea la pala y levanta nuevas construcciones. Su propuesta, la hermenéutica analógica, pretende superar la equivocidad y la univocidad.

    Este articulo crítica uno de los argumentos esgrimidos por Beuchot contra el equivocismo de cuño romántico. Mi intención es doble; la primera, mostrar las dificultades que presenta dicho razonamiento. La segunda, apuntar una línea de argumentación que, desde mi punto de vista, es poco explotada por el autor. Doy por supuesta la familiaridad con la obra en cuestión, limitándome a contextuar lo mínimo indispensable.

  2. LOS MÁRGENES DE LA INTERPRETACIÓN

    A partir del concepto griego y medieval de analogía, Beuchot intenta rescatar el valor de la interpretación. Los lectores podemos alcanzar la verdad en la interpretación de un texto, al menos en ciertas circunstancias. El nervio de la tesis se encuentra en el capítulo III: "Los márgenes de la interpretación: hacia un modelo analógico de la hermenéutica". El esquema de la propuesta grosso modo es de raigambre escolástica. La hermenéutica analógica se encuentra entre el univocismo, representado emblemáticamente por el positivismo; y el equivocismo, representado por el romanticismo. Un texto interpretado analógicamente es un texto interpretado en parte unívoca y en parte equívocamente. Por ejemplo, cuando Gorostiza escribe en "Muerte sin fin": "Lleno de mí, sitiado en mi epidermis por un dios inasible que me ahoga, ..."

    Un univocista (se trata, por supuesto, de una simplificación didáctica) considera que la palabra "dios" debe entenderse como "ser infinito, eterno y omnipotente". El sujeto de "Muerte sin fin" es acosado por un espíritu divino. Según el equivocismo, la palabra "dios" admite una infinidad de infinidad de lecturas. Dios puede ser interpretado como "autoconciencia de la razón humana", como "alienación y opio del pueblo", "como el dios-cosmos", como "figura mitológica de la antigüedad", como "Yahvé", como "una manera de designar lo intangible", y un largo e infinito etcétera.

    Si soslayamos la exégesis concreta de "Muerte sin fin", está claro que la interpretación equivocista de un texto termina por destruir el texto: leer es reescribir (la obra neutra). Esta consecuencia seguramente no asustará a los padres de la Nouveau Roman ni a los literatos en general. Al fin y al cabo, la posibilidad de convertir al lector en coautor es seductora. Pero el equivocismo llevado a textos vulgares como un estado financiero, una nota periodística, un memorándum, y ya no digamos un protocolo científico o la constitución política de un país, trae consecuencias pavorosas: la comunicación se anula. La comunidad deviene un conjunto de autores incomunicados entre sí, una pseudosociedad de autistas.

    La hermenéutica --escribe Beuchot-- que podemos llamar "positivista" resulta paradójica. Sostiene que sólo hay una interpretación válida. Las demás son en su totalidad incorrectas. Claro que el univocismo ha recibido matizaciones en algunos de sus exponentes, pero hablamos de lo que predominó en ella. (p. 34) El problema del univocismo, al menos en versión neopositivista, es la necesidad de un criterio de verificación, criterio que a su vez se autorrefuta muy a pesar de los parches y adendas de que fue objeto. ¿Cómo se verifica el principio de verificación? ¿Existe una verificación...

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