Al Margen de la Ley Orgánica de los Tribunales Comunes del Distrito Federal y Territorios (1a. Parte)

AL MARGEN DE LA LEY ORGANICA DE LOS TRIBUNALES COMUNES DEL DISTRITO FEDERAL Y TERRITORIOS
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Tan sonado ha sido el fracaso de la Ley Orgánica de los Tribunales, vigente en la actualidad, que a raíz de estar en vigor se propusieron sus reformas y doy la razón a uno de los diputados que me expresó que se había aprobado "porque no había otra". Realmente la citada ley, se aprobó por aprobarse por un Congreso, en el que no descollaban las inteligencias ni los litigantes de este Distrito Federal, sino gentes de los Estados de la República y litigantes de los mismos, acostumbrados a los trámites lentos y contemplativos. (Hoy hemos ganado su lentitud a los provincianos).

El movimiento rebelde que encabezó el señor Carranza, trajo el soplo fatal de componerlo todo, de renovarlo todo y de acabar con aquello que a juicio de sus líderes, era malo. La idea del Lic. Luis Cabrera, de suspender la vigencia de la Constitución de 57, para poder hacer efectivas las reformas que él juzgaba necesarias, de acuerdo con la revolución, se difundió en todos los órdenes, y el cierre de los Tribunales de Justicia en esta capital y la supresión de la Secretaría del ramo, por considerársele elemento de política, confirman lo anterior. Ambas cosas fueron funestas e innecesarias a mi juicio. Si se trataba de seleccionar funcionarios, no había necesidad de cerrar los tribunales; si la Secretaría de Justicia, hacia política, no se ha hecho cosa distinta después.

El Congreso que designó a los funcionarios de ahora, tuvo como criterio el partido político a que pertenecían y si bien entre los elegidos hay inteligencias admirables, también es cierto, que existen ineptitudes manifiestas; mas aún, hay en los actuales funcionarios personas que sirvieron en las pasadas administraciones y no son de los que se hicieran sentir ni por su capacidad ni por sus virtudes.

No me ocuparé de los jueces de los tiempos de los Presidentes, Porfirio Díaz y Francisco I. Madero sino para decir que aunque los había venales, otros eran inmaculados; muchos de los primeros ingresaron a los tribunales llamados constitucionalistas. Figuraron hasta los que habían sido procesados y era tal la corrupción que no faltaron diputados que por razón de su fuero, con libertad de hablar, expresaron en la Cámara que la justicia ya ni siquiera se vendía como antes, sino que se "malbarataba".

No me ocuparé tampoco, de señalar la jurisdicción de los juzgados porque en México eso es "pecata minuta"; lo mismo se va a una parte que a otra por la facilidad que dan los medios de locomoción; en los territorios pudiera tener alguna importancia esto; pero nada puedo decir sobre el particular.

Mi experiencia en la vida de profesionista, ya como empleado, que alguna vez lo fui, ya como litigante, me ha convencido que para el desempeño de algún puesto en la judicatura, sólo se requiere una mediana inteligencia, honradez y buena voluntad, que nunca sobrará para trabajar. Había un juez en épocas pasadas que acordando más de cien expedientes diariamente, concluía su trabajo antes de las diez de la mañana, no demoraba...

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