Margarita Ríos-Farjat / Recetas mágicas

AutorMargarita Ríos-Farjat

Cómo nos gustaría que las reformas estructurales tan prometidas por el gobierno fueran en realidad las recetas mágicas para que, "ahora sí", México salga adelante. En nuestra historia nacional, el discurso de las reformas estructurales es recurrente, y ello debería decirnos algo.

Antes de convertirse en ministro de la Suprema Corte, José Ramón Cossío escribió que en nuestra historia como república constitucional hemos transitado del régimen dictatorial de Díaz al de los revolucionarios, de éste al socialista de Cárdenas, de ahí al de los desarrollistas para luego pasar a los populistas, y de este último al de los tecnócratas, y en cada caso se habló de grandes y transformadoras reformas estructurales que terminarían con los errores de un pasado y permitirían alcanzar de una vez por todas mejores condiciones sociales. ("Cuestiones Constitucionales. Transición democrática, régimen constitucional y corrupción", 1998). Una lectura retrospectiva demuestra que se suscitaron importantes niveles de corrupción en cada una de esas etapas, así que los resultados no lograban llegar a la altura de lo prometido.

El problema de la corrupción es doble. Por una parte, destruye de facto la fortaleza de leyes, reformas e instituciones, y, por la otra, no le damos suficiente importancia a ese hecho. Es decir, no dimensionamos el potencial dañino de la corrupción cuando diseñamos esas grandes reformas: por alguna razón pensamos que nadie tratará de sacar ventajas tramposas. Si no tenemos en cuenta esa realidad, podríamos estar construyendo diseños institucionales primorosos, pero sobre el mapa equivocado.

Hace dos décadas, los politólogos Kent Weaver y Bert Rockman coordinaron una importante investigación comparada (Do institutions matter?, 1993), y su conclusión más importante es que un gobierno efectivo no es el que elige "un solo mejor" conjunto de instituciones, sino aquel que hace coincidir sus instituciones políticas con los problemas existentes. Weaver y Rockman buscaban determinar si era posible generalizar sobre si una determinada forma de gobierno o de diseño institucional era más conveniente que otra. Naturalmente, la respuesta fue negativa.

Por ejemplo, el presidencialismo o el parlamentarismo no son mejores, todo depende de la sociedad que lo instituya y cómo lo haga. El contexto determina el éxito o el fracaso. Los problemas son los que definen qué capacidades se necesitan más, de acuerdo con las condiciones sociales y políticas reinantes. Por...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR