'Marco fue una explosión'

AutorDaniel de la Fuente

Veinte años antes de fundar el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, un grupo de empresarios ya trabajaba en su concepción, objetivo que finalmente desembocó en un proyecto mucho más accesible para la población, sobre todo infantil y juvenil: el Planetario Alfa.

Entre ellos se encontraba un joven empresario de gruesa alcurnia, que años más tarde se despojaría de todo pudor y se volvería artista: Diego Sada.

Coleccionista de talla, promotor desde los inicios del ambicioso proyecto, con su entrada a la presidencia del Consejo de Directores de Marco, desde su constitución como asociación civil, en 1989, daría arranque toda una época de oro del mecenazgo cultural en Monterrey.

"El nacimiento de Marco se debe a una serie de personas que juntaron sus esfuerzos y dijeron: "Ahora hay que hacer un museo de arte". Maravillosa y mágicamente, estos esfuerzos de personas de todas conocidas se juntaron, siendo ellas quienes tienen el mérito de haber sembrado esa semilla.

"¿Cómo se dio este esfuerzo? Había que hacerlo.

¿Por qué? Aún hoy no tengo una explicación clara. Todo empezó porque esta ciudad es pujante, porque las personas son así. Porque cuando algo se decide en Monterrey, se hace. Y se hizo", menciona.

Pasión. Ésta es la palabra que distingue a Diego Sada.

I

Los primeros días de trabajo en Marco son evocados por Sada como "fabulosos, constructivos y armoniosos".

"Sabíamos que estábamos haciendo algo que valía la pena, angustiados -eso sí- por cómo lo íbamos a lograr. Todos creíamos en el arte, todos creíamos en que lo que estábamos haciendo era definitivo y que iba a cambiar esta ciudad. Y la cambió. La cambió para siempre. No hay nadie que haya pertenecido a ese grupo que no esté consciente que participó en algo cambiante", comenta.

Hubo una conexión inmediata entre el regiomontano y Marco.

Sada lo entiende en el sentido de que el arte finalmente es una expresión natural del ser humano que lo hace más espiritual, más sensual. Consolidar el espíritu era quizá lo que buscaba la ciudad en el nuevo museo.

"A quien hay que felicitar es a la ciudad y cómo reaccionó frente a Marco desde que abrió", se entusiasma.

"Le gustó el edificio, le gustó La Paloma (de Soriano), le gustó el patio central. Se le dio a la ciudad la oportunidad de expresarse, de sentir que no había en la ciudad forma similar alguna.

"No considero que Marco sea el precursor del arte en Monterrey; Marco fue una explosión gracias a cual la ciudad se hizo más divertida.

Los regios...

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