'Marco es un sentimiento'

AutorDaniel de la Fuente

Eran los días turbulentos del inicio de 1997 cuando Nina Zambrano tomó las riendas del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey. Eran aún los tiempos de la crisis, desatada dos años antes en el país, de la retirada estrepitosa de patronos locales por los problemas económicos, de la salida de su presidente del Consejo, Diego Sada.

Modesta como es, llegaba Zambrano con un curriculum breve, aunque de méritos mayúsculos: coordinadora general del Patronato Monterrey 400, organismo al que llegó en 1996 precisamente cuando más se necesitaba de ella (junto al promotor Jaime Benavides Pompa), y cuya respetabilidad salvó la fiesta regiomontana.

Había fungido como consejera en el Ballet de Monterrey, del Museo de Historia Mexicana y del propio Marco.

"Me da gusto poder contribuir con una institución con tanto prestigio como Marco", dijo el 17 de febrero de 1997, al asumir la presidencia del Consejo. "Mantendré el mismo entusiasmo que di en Monterrey 400".

Pero aquello no era mantener una fiesta por varios días, sino por largo tiempo.

Por ello, sus primeras propuestas se encaminaron a hacer un museo "para todos los regiomontanos", e incrementar las actividades educativas y sociales, propuestas al parecer sencillas, pero que implicaban un cambio en el tránsito hacia el fastuoso puerto al que dirigieron por más de un lustro a Marco, y que -finalmente y pese a todo- lo convirtió en uno de los principales museos de arte contemporáneo de Latinoamérica.

Frente a las dubitaciones, sólo el tiempo le dio la razón a Zambrano.

Hoy, el museo llega a su décimo aniversario, sano, a salvo y en movimiento, tras haber ella misma luchado contra sus propios miedos y desconocimientos.

Hoy no hay alguien que al mencionar el nombre de Marco ignore el esfuerzo de la presidenta de su Consejo de Directores.

II Zambrano recuerda el episodio ocurrido al día siguiente de la designación en su oficina del museo, cuando recibió una llamada del entonces presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Rafael Tovar y de Teresa.

-¿Cómo estás?- le preguntó el funcionario.

"Aterrada", le respondió una siempre honesta Zambrano.

-No deberías -le dijo Tovar y de Teresa-. ¿Cuántas personas tienen la oportunidad de tener su oficina en medio de un museo? Aquello era un guiño de confianza que Nina nunca olvidó.

"Cuando uno no conoce el funcionamiento de algo la ignorancia produce miedos", evoca, "y cuando entré a Marco ignoraba hasta cómo se hacía una exposición.

"Poco después lo...

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