En el mar, la vida es peligrosa

AutorMarcela Turati

CIUDAD DEL CARMEN, Campeche.- El timonel Melecio Salvador Damián regresó a casa en un ataúd sellado. La piel no se le veía lastimada, el destrozo lo llevaba por dentro: pulmones congestionados, sangrado abdominal e hígado machacado y rasgado 'en forma de flor'. Murió en alta mar, a bordo del buque Don Javier, prensado por un contenedor colocado para recibir desperdicios de la plataforma petrolera Akal "L".

Laboraba para la compañía Perforadora Central que -según un reporte de Pemex- cobra por día 68 mil 500 dólares por dos contratos. Sin embargo, a decir de la viuda y el padre de Melecio, la empresa en la que el difunto laboró 10 años se negó a pagar la indemnización.

"La compañía nada más apoyó con el traslado del cadáver y el ataúd, nada más, queríamos de perdida que lo indemnizaran, pero nos dijeron que el Seguro Social tenía que responder por la muerte, que hiciera lo que hiciera no habría un peso para mí", afirmó Lourdes Hernández Magaña, la viuda de 29 años y madre de tres niños.

Melecio es uno de los fallecidos cuya muerte no consta en registros oficiales. Murió el 6 de junio del 2003.

La Relación de Análisis Técnico de Incidentes, elaborado por la Gerencia de Perforación y Mantenimiento de Pozos de Pemex, arroja que de enero a agosto del 2003, 33 empleados de compañías que laboran para la paraestatal tuvieron accidentes en el trabajo y uno de ellos, Armando Paredes Tapia, de la compañía Drilling Fluids de México, murió.

Este último conteo de los accidentes de las compañías contratadas por Pemex no contiene accidentes mortales que REFORMA pudo documentar, como el de Melecio o el de Roberto Arturo García Mendoza y otros más que los propios trabajadores dicen haber presenciado.

Tampoco aparece el accidente de Enrique Catzin, el compañero de maniobra de Melecio, que resultó lesionado.

En ese mundo conectado por tubos, puentes colgantes, plataformas centrales y satelitales, los trabajadores están expuestos a gas sulfhídrico, "que envenena en minutos"; al riesgo de que el aceite salga a presión y reviente un ducto; a incendios en el cuarto de máquinas; a problemas en las bombas de lodo que trabajan a presión; a trabajar en cuartos con temperaturas de hasta 50 grados centígrados; a las caídas de 25 de metros de altura; a los resbalones sobre el suelo húmedo, a las mutilaciones por material pesado.

"Los accidentes y el fallecimiento de los trabajadores no han dejado de ser una constante", denunció en tribuna en noviembre el senador Moisés Castro.

Según el legislador tabasqueño, esos trabajadores viven en un clima de explotación inadmisible para quienes se dedican a sacar el petróleo y gas natural en el que se basa la economía del País.

La mayor desprotección la viven los trabajadores de compañías que Pemex contrata, pues carecen de equipo de seguridad, cursos de capacitación y atención regular en las plataformas, algunos incluso no tienen Seguro Social, dijo.

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