Maqroll, el otro Mutis

AutorSilvia Isabel Gámez

Maqroll el Gaviero fue para Álvaro Mutis una "máscara" que le permitió alcanzar algo que todo poeta busca: un escape, un camuflaje, y, al mismo tiempo, vivir otras vidas, asegura Juan Gustavo Cobo Borda.

"Necesitaba alguien que hiciera todo lo que él no había podido, que era llevar una vida aventurera, marginal, zarrapastrosa y deleitable", afirma el poeta y crítico literario colombiano, autor de títulos como Para leer a Álvaro Mutis.

El Gaviero aparece con nombre y oficio en el primer libro de poesía de Mutis, publicado en 1948, La balanza, en la "Oración de Maqroll", y adquiere forma en su segundo poemario, Reseña de los hospitales de ultramar, de 1959.

Mario Barrero Fajardo, estudioso de la obra de Mutis, recuerda que, hasta el final de sus días, aseguró que Maqroll había surgido por su necesidad de una voz poética en la que sonara verosímil la desencantada visión del mundo que experimentó desde su juventud.

Este lunes se cumple el primer aniversario de la muerte del poeta, que de niño quiso ser "capitán de barco", pero lo descartó cuando su tío Octavio le dijo que, a causa de su cero en matemáticas, nunca podría leer una brújula.

Pero eso no fue obstáculo para que se considerara un hombre, decía, "a punto de zarpar siempre". Colocó a Maqroll, su "yo de papel", en lo alto del barco, en la gavia, frente a la inmensidad del mar y en absoluta soledad.

Barrero Fajardo destaca el carácter cosmopolita del nombre del personaje, difícil de asociar a una identidad cultural, y un oficio, anacrónico para la época, que le permitía diferenciarse del resto de la tripulación.

Desde su posición privilegiada, agrega, podía otear el horizonte y transmitir a los otros su visión de las rutas por surcar. "En la conjunción de esas dos facetas fundó su identidad poética: un ojo avizor, un vidente que, a pesar de sus peculiaridades, no dejó de ser 'uno más de la manada'".

Durante sus 23 años como gerente de ventas para América Latina de compañías de cine estadounidenses, Mutis "le dio 17 veces la vuelta al mundo", según su amigo Gabriel García Márquez, una errancia que compartió con Maqroll.

"Y luego, cuando le empezaron a dar premios", recuerda Cobo Borda, "volvía siempre a Francia, a España... Ya Maqroll no necesitaba ser el paria clandestino; era el propio Mutis recibiendo galardones. Acabó transformado en su personaje".

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