Y la manzana se hizo licor

AutorDaniel de la Fuente

Editora: Rosa Linda González

Bajo el sol canicular de las tres de la tarde, Everardo Torres camina por un sendero que corta en dos su huerto repleto de manzanos en el rancho San Isidro, perteneciente a la comunidad Laguna de Sánchez, en Santiago.

A metros de "Éver", como le dicen, van Sergio Sánchez, Fidencio García, Antonio Rodríguez, Melecio Torres y Sergio Sánchez Medina, quienes en el camino arrancan y dan mordiscos a las manzanas más jugosas, esas que sobre su verdor tienen manchones cafés que indican que el fruto es dulce, algo propio de la época de cosecha, que va de julio a septiembre.

Van secándose el sudor con el dorso mientras caminan por el huerto oloroso a manzana, aroma que lo mismo evoca al hogar primero que al río cuyo fresco torrente transita sin detenerse, y que hace agua la boca.

Todos ellos andan por los 40 años y son oriundos de la comunidad cuya característica es la ancha laguna siempre seca, en la que cultivan maíz y frijol, a excepción de cuando llegan los rabiosos huracanes.

Tienen sus animales y huertos, y podrían ser iguales a los demás pobladores de la zona, que apenas rebasa los 600 habitantes, de no ser porque en los 90, José Guadalupe "El Güero" Medina" -quien ahora no está- le dio un sorbo a un licor de manzana que almacenaba desde hacía tiempo y, junto a su hermano Chuy, comprobó su buen sabor, refrescante y dulce.

Proveniente de Coahuila, la tradición de hacer ese licor en Laguna de Sánchez data de los 90, pero el cultivo de la fruta debe tener 70 u 80 años en la zona, cuentan los viejos.

Más viejo es el mezcal, aunque éste es más para consumo personal.

La elaboración del licor es sencilla y muchos en Laguna lo hacen: se extrae el jugo, se mezcla con alcohol de caña y se deja reposar.

"El Güero" Medina empezó a hacer licor para su venta, pero al tiempo alguien le sugirió reunir a otros y viajar a Cuetzalan, Puebla, donde se impartían cursos para que las comunidades aprendieran a organizarse y emprender proyectos productivos.

Al volver, 18 hombres -entre ellos "Éver" y sus amigos, dicharacheros y entusiastas- acordaron formar una sociedad a la que llamaron Cumbres de San Isidro y comenzaron a ver cómo podían fabricar en serie su licor. Era el 2002.

"Y así le pusimos al registrarlo, Los 18, pero comercialmente se llama La Sierra", dice Fidencio.

Hoy, sin embargo, aclara "Éver", nada más quedan 13, porque cinco desistieron al hastiarse de las vueltas que había que dar para formalizar el negocio y brindar...

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