Manuel J. Jáuregui/ Súplica: ¡No acepten!

AutorManuel J. Jáuregui

No somos nadie para formular una petición tal, estamos conscientes, mas también lo estamos de que al hacerlo no es a título personal, sino en nombre de cuando menos dos grupos sociales importantes y numerosos a quienes sí se les debe una respuesta satisfactoria; señores empresarios nombrados al Consejo de Pemex: ¡No acepten el nombramiento!

Existen muchas muy buenas razones que indican lo inapropiado de aceptarlo, y muy pocas las que lo aconsejan.

Ya escuchó todo México a la eminencia constitucionalista número uno del país, el doctor Burgoa, señalar que tal nombramiento es inconstitucional.

¿Para qué prestarse a un capricho gubernamental que es ilegal y que automáticamente convierte en "nulo de pleno Derecho" cualquier decisión que como consejeros pudieran tomar?

Adicionalmente, el miércoles en el Pleno de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión la fracción mayoritaria, que la conforman el PRI y el PRD, se opusieron firme y fundadamente al nombramiento -pidiendo que se le dé "para atrás"- considerándolo además de ilegal, oportunista, en pleno conflicto de intereses y como vehículo para el "tráfico de influencias".

Ya algunos miembros del Poder Legislativo están pidiendo que se investiguen algunos "negocios" entre Pemex y las empresas de uno de los nombrados para señalar a la opinión pública nacional ese "conflicto de intereses".

Por ejemplo: el que uno de ellos sea dueño de una aseguradora en la que coincidentemente Pemex tiene algunos importantes seguros.

¿Qué necesidad?

Les decíamos que hay dos grupos con la plena autoridad moral para suplicarle a estos prominentes empresarios: Carlos Slim, R. Rebolledo, Alfonso Romo y Lorenzo Zambrano, que no se desgasten en esta "chamba", ellos son:

  1. - Sus socios en las empresas que manejan.

  2. - Los representantes del pueblo, debidamente elegidos por él para salvaguardar sus intereses.

    Como empresarios, como líderes civiles, estos ejecutivos se deben única y principalmente a sus socios en las empresas que encabezan, estos incluyen los grandes y pequeños inversionistas nacionales y extranjeros que poseen títulos accionarios de éstas, y que son sus únicos y legítimos patrones.

    Con todo respeto, ellos les piden que su tiempo, sus conocimientos y sus esfuerzos se encaminen primordialmente a elevar la productividad y rentabilidad de las empresas que manejan y que por cotizarse en la Bolsa son de pública tenencia.

    No está el horno para bollos, y en varios casos, estas empresas -a juzgar por los...

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