Manuel J. Jáuregui/ Quince minutos apenas

AutorManuel J. Jáuregui

La primera hoja que cae de la margarita al ser cuestionada por el dudoso Romeo siempre dice "me quiere". Por ello lo que importa no es como inicia el deshoje, sino si acaso acabará en un "no me quiere".

En forma parecida, ningún director técnico se da por perdido en los primeros 15 minutos de un partido de futbol.

Así, el primer año de Gobierno de Vicente Fox es un periodo demasiado corto como para aportar la última palabra al respecto a su desempeño como Presidente, pero al mismo tiempo suficientemente largo como para determinar, siguiendo con el término futbolístico, si la estrategia adoptada está bien planteada, si sus jugadores (colaboradores) están rindiendo y cuáles pudieran ser las adecuaciones apropiadas en lo que resta del partido que le pudieran significar una ventaja ofensiva al cuadro.

A estas alturas, si nos perdonan la herejía, poco o nada importa que nos digan a nosotros los gobernados del Presidente respecto a cómo se mira a sí mismo. En esto se puede dar el lujo de engañarnos afirmando que todo el monte es orégano en lo que va de su gestión.

Lo único que en forma definitiva no puede hacer es engañarse a sí mismo. Nadie mejor que el propio Presidente de México sabe (o debe saber) quién le ha fallado, quién le ha cumplido; qué le ha salido bien y qué le ha salido mal.

Por razones de "imagen" es usual que un Presidente señale únicamente lo que percibe de positivo y haga omisa mención de las fallas, de manera que no debe sorprendernos la existencia de una disasociación entre lo que percibe el gobernado y lo que manifiesta el gobernante. Más en la "soledad de su despacho", en la intimidad de su ser, en la búsqueda de soluciones con sus principales consejeros y colaboradores, ahí sí que no cabe la jerga propagandística, el rollo y la perspectiva optimista.

En estas circunstancias, cuando se trata de autoevaluar el desempeño de un sistema, de una organización, la autocrítica no debe ni puede estar ausente.

Cuatro años, no uno, ni dos, cuatro años completos les duró la popularidad de Presidentes como José López Portillo y Carlos Salinas de Gortari. Bastaron sólo dos años de cierre para echar por tierra todo aquello que en los primeros cuatro años lograron (que objetivamente hablando no fue poco) estos dos Presidentes tan singulares por su cumplido potencial en la historia moderna de nuestro México.

Esa capacidad de autocriticarse en forma continua, amplia y profunda, fue lo que les falló a ambos y fue lo que los llevó a la comisión...

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