Manuel Caballero/ Ocho mentiras del chavismo

AutorManuel Caballero

1 En Venezuela se enfrenta una minoría blanca a una mayoría oscura que defiende al Presidente Chávez.

Falso: Venezuela es uno de los pocos países del mundo donde no existen odios raciales ni religiosos. Esto ha sido constatado durante mucho tiempo por instancias internacionales, como la UNESCO. No se trata de que los venezolanos seamos mejores que los otros pueblos, sino que eso tiene una explicación histórica: la guerra de independencia (1810-1821) y las interminables guerras civiles (1830-1903) liquidaron físicamente a los blancos.

Venezuela no es un país pluricultural, sino un país mestizo. Como se suele decir, en Venezuela todos somos café con leche. Y así lo han sido sus Presidentes, casi sin excepción.

2 En Venezuela tiene lugar un enfrentamiento de pobres contra ricos.

Falso: Sería estúpido negar que en Venezuela, como en todas partes, existan clases opuestas y en lucha. Pero hoy la frontera no se sitúa entre las clases altas y las clases bajas, sino entre el autoritarismo personalista del Gobierno de Chávez y el colectivismo democrático de la oposición, No negamos que entre algunos sectores de la oposición exista gente de extrema derecha, pero igualmente la hay entre el ala más militarista y talibán del chavismo.

Es también falso que el rechazo a Chávez provenga del hecho de que la oligarquía no soporte que en Palacio se haya asentado un humilde muchacho de Sabaneta. Desde 1830 hasta ahora, y con una excepción, en 1859, y con Guzmán Blanco en 1870, todos los Presidentes venezolanos han tenido ese origen.

Del primer Presidente de Venezuela, José Antonio Páez, se decía que saltó de lavarle las patas al zambo Manuelote (capataz del hato donde trabajaba como peón) a la Presidencia de la República. Uno de los poquísimos que provenía de una familia acomodada, Antonio Guzmán Blanco, en 1870 amenazaba con extinguir a sus pares de la oligarquía conservadora hasta como núcleo social.

3 Las clases populares son el soporte de Hugo Chávez.

Verdad a medias. Es cierto que Chávez encontró el grueso de sus votos entre los sectores marginales de las grandes ciudades, gracias sobre todo a una desenfrenada demagogia. Pero la respuesta a esta frase de propaganda merece párrafos apartes.

En primer lugar, el apoyo de esos sectores a un caudillo no hace a éste un demócrata o un revolucionario. Si no ¿de dónde provenía el grueso de los electores de Le Pen en Francia? ¿Se olvida acaso que la sólida votación comunista se volcó en bloque hacia él?

En segundo...

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