Manuel J. Jáuregui / ¡Recórcholis!

AutorManuel J. Jáuregui

Como en las tiras cómicas de antaño, no nos queda a los mexicanos otra más que exclamar: ¡Recórcholis! ¡Cáspita!

Cada día que transcurre se comprueba más la vigencia del viejo adagio "nadie es más osado que el ignorante".

Verán ustedes por qué, pacientes lectores:

En el tradicional barrio de Belgravia del viejo Londres, en el número 34 de la calle Buckingham Palace Road se encuentra la firma Burke's Peerage, en la cual, por una corta feria de algo así como 100 mil pesos (cuota al alcance de hasta un "amigacho" como Lino Korrodi) se venden títulos de NOBLEZA europeos.

Al alcance de sobrados bolsillos -mas ciertamente no de los despojados campesinos invitados por omisión el sábado al rancho de los Fox- se comercian ahí abiertamente títulos de Barón escocés o irlandés, o títulos franceses de Marqués o Conde.

Los ex dueños de estos papeles transferibles han reconocido desde hace más de un siglo que un título de nobleza y nada, suman dos nadas.

Pero también se han percatado para su beneficio económico de algo más: que en este mundo moderno y democrático -cuyo signo es la igualdad- sobran incautos que aún sueñan con los cuentos de hadas y anhelan jugar a los príncipes y princesitas.

A esta gente desorientada sí le apantalla un título de nobleza, porque en su intimidad está convencida de la superioridad inherente de unos pocos sobre los muchos.

Obsolescencia de pensamiento aparte, no deja de asombrar que, entre este nutrido grupo de soñadores elitistas, se encuentre la Primera Dama de México, Marta (sin hache) S. de Fox, quien vanamente pensó que, gestionando una llamada telefónica de una pseudobaronesa inglesa al editor podía censurar o parar, el reportaje sobre la fundación "¡Vámonos de México!" que realizara brillantemente el prestigiado y sólido Financial Times de Londres, en el cual se demostrara que la citada fundación de cuasi beneficencia destina casi el 70 por ciento de los donativos para autofinanciarse, y una muy reducida parte para las obras de caridad que supuestamente animaron su creación.

Queda así comprobado que este aparato es más un organismo propagandístico y político al servicio de la Señora Marta que una verdadera organización filantrópica.

Es una máxima de nuestro derecho que "a confesión de parte, relevo de prueba".

Confesas están las partes de este fallido intento de censurar la publicación inglesa, por lo que este acto dice mucho...

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