Manuel J. Jáuregui / El buen Huen Chon

AutorManuel J. Jáuregui

Ese tal chino que, si no se llama ya, debería llamarse Chin Güen Huen Chon, ha armado su buen alboroto con acusaciones contra políticos mexicanos que, al principio, sonaban descabelladas, pero que conforme surge información se convierten en mensajes cifrados cuyos destinatarios parecen ser los partidos políticos mexicanos.

El primer punto que destaca y confunde a la opinión pública es la nacionalización a velocidad de rayo del citado chino a manos de la burocracia del foxato. El nombre real de este individuo no tiene relevancia: lo que nos deben importar son sus hazañas.

El segundo hecho es que, en la actualidad, el chino "despache" cómodamente desde Estados Unidos con todos los tintes de ser un testigo protegido.

No puede uno más que imaginar que la sopa que está soltando a la DEA este megamillonario "mexicano", al que le decomisaron 205 millones de dólares en efectivo, ha de ser bastante sustancial y preocupante para sus "cocineros".

Lo tercero son las conexiones políticas de las que gozaba este fabricante de fármacos que han salido a relucir, de casi todos los partidos políticos, por lo que se puede afirmar que este oriental era bastante democrático a la hora de hacer negocio en sus laboratorios (tan lejos de la clandestinidad que eran hasta supuestamente visitados por personajes de la política). ¡Agarraba parejo!

Cuarto punto: la información surgida desde China desmintiendo el origen de su dinero (el gobierno chino) pero sí en cambio nombrándolo como "socio" del conocido capo del Cártel del Pacífico, Joaquín Guzmán Loera, quien goza de la fama de tener harta protección política en México.

Adicionalmente, los estadounidenses consideran a Guzmán Loera como el rey del comercio "exportador" de pastillas sicotrópicas, las cuales han incrementado su popularidad entre los "reventados" estadounidenses (y sus imitadores locales) porque son de bajo costo (unos 30 pesos por dosis), pero alto impacto en el consumidor.

Quinto: el repentino viaje que emprendió a Nueva York -quesque a demandar al chino por difamación- el Secretario del Trabajo, Javier Lozano, quien, de acuerdo a la versión (que a primera oída sonaba inverosímil) donde este personaje le inventaba no sólo una relación con el dinero decomisado, sino le atribuía la frase ya famosa de "¡coopela o cuello!".

Este...

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