Manuel J. Jáuregui / Videcaray

AutorManuel J. Jáuregui

No tiene caso adelantar misas respecto a la elección norteamericana, ya que los resultados preliminares llegarán muy tarde en la noche.

Habrá mucho tiempo (de hoy hasta el 20 de enero) para comentar las elecciones norteamericanas, así que por mientras, amigos, permítannos confesarles algo, un prejuicio personal que ustedes deben saber: Siempre nos ha caído panzón ese tal Luis Videgaray Caso, personaje de nuestra política soberbio, engreído, antipático, sangrón, ególatra y sumamente dañino, cuyo disfrute principal era maltratar gente desde la poderosa Secretaría de Hacienda.

Tenía fama de hacer esperar horas y horas a, por ejemplo, Alcaldes en busca de recursos para proyectos especiales, y ya que los recibía disfrutaba maltratarlos y mandarlos con las cajas destempladas y las manos vacías.

De muchos abusos de poder y maldades políticas es responsable este individuo, especialista en finanzas -concretamente en la renegociación de deuda- que inició en el sector privado y luego fue pirateado por Peña Nieto en el Estado de México.

De ahí brincó a ser coordinador de la campaña presidencial de Peña Nieto (donde supuestamente según la FGR se despachó a lo lindo con recursos de Odebrecht), y luego a la Secretaría de Hacienda con Peña como Presidente, donde desempeñaba funciones de todo tipo ante la frivolidad del Mandatario y su poca afinidad hacia el trabajo (aparentemente lo de él era la fiesta).

Videgaray hacía todo, y en el sentido técnico adquirió fama -entre algunos- de inteligente.

Sólo que a raíz de lo que se ha revelado, si acaso era inteligente (lo cual es debatible), lo era sólo en el sentido maniobrero y maromero de cochinada y media, pero en el sentido amplio del término resultó más bien penjamero, esto es, proveniente de Pénjamo.

Alguien verdaderamente inteligente nunca hubiese hecho lo que presuntamente hizo este señor, quien mejor se debería de apellidar "Videcaray", porque "¡ah, caray, cómo hizo marranadas!".

Todo lo anterior se los comentamos, amigos lectores, sólo para que entiendan por qué, en lo que a este su escribano se refiere, a Videcaray lo pueden encerrar en una mazmorra del inframundo y tirar la llave donde nadie la pueda encontrar.

¡Y quizá ni así cumpliría con la penitencia que le debería tocar!

La Fiscalía General de la República...

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