Manuel J. Jáuregui / 'Reality show'

AutorManuel J. Jáuregui

Sobran adjetivos con los cuales calificar el espectáculo denigrante que resultó el circo que pasó por debate presidencial norteamericano el martes por la noche.

Triste espectáculo para la democracia en todo el mundo, no sólo en Estados Unidos, trayendo a la memoria el viejo proverbio chino que reza: Un hombre que no se puede gobernar a sí mismo jamás podrá gobernar a los demás.

Eso que vimos fue todo menos un debate, asemejó más un "reality show" que otra cosa, uno en el que se emplearon las leyes de la lucha libre a tres caídas sin límite de tiempo. Si fuésemos norteamericanos nos daría harta vergüenza, ya que puso este debate -sin duda el peor de la historia- en el escenario lo más malo de la conducta humana, en general, ya no digamos en la política.

No hubo respeto a las reglas, respeto al rival, respeto al moderador, respeto al público: lo que hubo fue observar a un adulto mayor comportarse como niño chiflado de 3 años. Algunas personas que vieron este teatro opinaron que Donald Trump "está loco".

Este su h. servidor piensa que toda la escenificación, particularmente los excesos, fue un acto premeditado por parte de Trump para cambiar la narrativa y evitar responder preguntas por docenas de cosas que ha hecho mal y que podrían haber servido al candidato demócrata, Joe Biden, para cuestionarlo con mucho fondo.

Por ejemplo, el tema de los impuestos, principalmente que el Sr. Trump no paga; el mal manejo de la pandemia, su racismo, los abusos policiacos, el inhumano manejo del tema migratorio. Primero, lo de la separación de familias, pero ahora también que, al igual que los nazis, el ICE esteriliza contra su voluntad a mujeres inmigrantes detenidas.

La estrategia empleada por Trump -para nosotros premeditadamente- es la de cortarle la cola al perro de Alcibíades. Lo hizo en plena ágora el estadista y militar ateniense y la gente dejó de hablar de sus inmoralidades y corruptelas, para en su lugar hablar de lo que el gobernante le hizo a su perro.

Para nosotros más triste que el espectáculo mismo ha sido presenciar las justificaciones de sus fans y seguidores, quienes se desdoblan ridículamente para convertir graves faltas en virtudes. ¡Mal andamos cuando para algunos lo absurdo se torna normal!

No afirmamos tampoco que el demócrata Biden haya estado genial, para nuestro gusto en lugar...

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