Manuel J. Jáuregui / Conflicto y progreso

AutorManuel J. Jáuregui

El conflicto es el mortal enemigo del progreso. Lo es simultáneamente del desarrollo, del crecimiento económico y, en consecuencia, del bienestar individual y la economía del hogar.

Para lograr elevar el nivel de vida de los ciudadanos de un país se requiere en éste la sinergia de un sinnúmero de ingredientes, siendo el principal de éstos la paz social.

Sumando los esfuerzos de los factores de la producción -capital, mano de obra y tierra o tecnología-, es como se genera la riqueza nacional y como se eleva el nivel de vida de los ciudadanos.

Gobierno que no procure el bienestar de sus ciudadanos empleando esta unidad no es gobierno, entendido como el ejercicio del poder por el pueblo y para el pueblo mediante la previa determinación de su voluntad mayoritaria.

Cualquier otra pretensión es una falacia, como la nueva de los APPOs de convertirse en gobierno. En esto coinciden plenamente con los radicales del PRD seguidores de López, quien se autoproclama "Presidente" en lo que no es otra cosa que el guiso concertado de un levantamiento "popular" en el que se unirán las fracciones appistas, zapatistas y peje-radicalistas bajo la bandera del mesianismo y contra el legítimo gobierno.

Como bien lo dijo el genio y filósofo francés del Siglo 16, Michel Eyquem de Montaigne: "Quieren salir de sí mismos y escapar del hombre. He ahí la locura, pues en lugar de transformarse en ángeles, se convierten en bestias. En lugar de elevarse a sí mismos, se rebajan".

También aportó este mismo hombre, joya de la filosofía humana, una explicación anticipada del fenómeno descrito en otro de sus pensamientos: "Las almas de los emperadores y los albañiles están formadas en idéntico molde: las mismas razones que nos hacen reñir con el vecino desatan las guerras entre príncipes".

López no será príncipe, mas sin duda CREE que lo es. El príncipe soñado de los resentidos, de los marginados, de todos aquellos que conciben al mundo como una enorme conspiración en su contra, cuyo único propósito malévolo es frenarlos.

El coraje que le dio a López perder una elección que tenía ganada, darse cuenta que se equivocó -aunque su enfermiza soberbia le impida reconocerlo- son las rencillas de albañil que ahora lo impulsan a desatar una guerra principesca para tomar por asalto el "reinado" que las urnas le negaron: el gobierno de México.

Así se está fraguando el surgimiento de un...

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