Manuel J. Jáuregui / Ahora, ¡que lo reciba!

AutorManuel J. Jáuregui

¿Saben ustedes qué debe hacer ahora el Presidente Vicente Fox con "El Roñas"?

¡Invitarlo a él y a su familia a Los Pinos (o a su rancho) y perdonar al joven públicamente por haberle puesto los "cuernos" en la foto reproducida por este periódico en primera plana!

Veamos hoy, amigos, les suplico y sólo por ser contreras, la otra cara de la moneda: uno de los grandes logros intangibles del Presidente Fox, sin duda, ha sido la desmitificación de la figura presidencial.

Acostumbrados por años los mexicanos a la figura de un Presidente a la imagen y semejanza de un tlatoani sexenal ubicuo y todopoderoso, Fox nos ha cambiado el paradigma en sentido positivo, alineando la figura presidencial más con el concepto moderno democrático y republicano que con el intocable e inaccesible de los tiranos.

Esto, por lo visto, desconcierta y confunde a mucha gente, que ahora se escandaliza con "la falta de respeto" mostrada al "Señor Presidente".

Cuando en son de guasa, más IRREVERENTE que insultante, a "El Roñas" se le ocurrió poner los típicos cuernitos encima de la cabeza del Presidente para la foto, lo hizo ciertamente por bobo más que por carancho.

Mas esto es señal clara de que al Presidente los jóvenes mexicanos, futuros ciudadanos, lo perciben "raza", lo ven humano, lo consideran como un igual.

No decimos que esté bien, ni tampoco sugerimos que todos los ciudadanos hagan chunga del Presidente cuando tengan la oportunidad de estar cerca de él. Por supuesto que no.

Simplemente les proponemos que perdonemos al muchacho por su ocurrencia tonta, al mismo tiempo aquilatando que, al atreverse a ser irreverente, "El Roñas" le pegó un gran cumplido al Presidente Fox, confirmándole que ha logrado humanizar la figura presidencial, aterrizándola, bajándola del pedestal sobredimensionado en el que la tenían los Presidentes del priato.

Conste que tampoco sugerimos que la figura presidencial deba TRIVIALIZARSE hasta el ridículo: afirmamos que entre los extremos existe un justo medio y que éste debe encontrarse entre la familiaridad extrema por un lado, y la reverencia abyecta en el otro.

No crean por otra parte, amigos, que este tipo de situaciones son descomunales, o nunca vistas.

Tan...

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