Manuel J. Jáuregui/ Harry Potter y su clon

AutorManuel J. Jáuregui

En un mundo de sueños imaginarios y fantásticos, ¡qué padre y divertido sería que cada niño pudiera tener como amigo y compañero de juegos al hechicero Harry Potter, con todo y su búho! ¿Imposible? ¡Cuestión nada más de clonarlos! Por supuesto que exageramos, mas lo hacemos con el propósito de enfatizar lo lejos que está de ser trivial el avance vertiginoso de la ciencia en materia de la clonación, y los dilemas morales y jurídicos que este desarrollo le está planteando a la sociedad moderna. Incluyendo por supuesto a la nuestra, distanciada tanto de la clonación como de pisar el planeta Marte.

Ese abismo tecnológico que nos caracteriza como marca de nuestro subdesarrollo no nos hace para nada inmunes a estos dilemas que el asunto plantea. Paradójica como parece, toda esta polémica nos advierte sobre la necesidad, rayando en urgencia, de legislar sobre el asunto. No por lo que puedan hacer nuestros científicos, sino por lo que otros científicos puedan hacer con nosotros.

Nos explicaremos.

No pasaron ni días de que la empresa Advanced Cell Technology (ACT) de Massachusetts anunció la creación de un embrión humano clonado, cuando surgió el fantasma hermano de este fabuloso anuncio. Otra empresa, ésta llamada Clonaid, afirmó haber creado embriones antes que Advanced Cell Technology, sólo que con una diferencia importante: pretende emplear los embriones para fertilizar a una mujer y crear un ser humano clonado completo. Por su parte, Advanced Cell Technology dice que sólo pretende mantener sus embriones humanos en la etapa microscópica y emplearlos para la producción de tratamientos médicos.

¿Por qué este empleo tan diferente del mismo material? Independientemente de las razones filosóficas, existe una diferencia legal crucial entre ambas: Advanced Cell Technology opera dentro de los Estados Unidos y se rige por sus leyes, mientras que Clonaid opera un "laboratorio secreto fuera de los Estados Unidos". Seguramente, Clonaid opera en un país en el que no existen leyes de ningún tipo que reglamenten este procedimiento. Dicho país pudiera ser incluso, aunque no existen pruebas de que así sea, nuestro querido México.

De lo anterior, queda manifiesta la importancia de que cuanto antes México legisle la prohibición de clonar seres humanos dentro de nuestro territorio. Si no lo hacemos, es posible que quedemos convertidos muy rápidamente en el traspatio de Frankenstein, y los experimentos más bizarros -e incontrolados- de la biotecnología se vengan a...

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