Manuel Alas

AutorAngel Pola
Páginas341-344
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M anuel A las
1813-1889
DON RAMÓN Alas y doña Dolores Sardane-
ta y Pompa, huyendo del insurgente “Él Pa-
chón”, que perseguía en Guanajuato a los
españoles, se refugiaron por último en la
mina del Marqués de Rayas, de la que era
administrador Alas, y ahí, en el subterráneo,
la señora tuvo un alumbramiento el 13 de
Abril de 1813, cuando peligraba más la vida
de los patrones por la tenaz persecución que
les hacía aquel implacable defensor de la
Independencia.
El niño pasó su lactancia pasando mu-
chos días muy angustiosos sobre sus padres,
quienes, a pesar de todo, procuraron darle
buena educación en la ciudad de Guanajua-
to, principió la carreta de abogado, la con-
tinuó en Guadalajara y vino a México para
obtener el título.
A juzgar por sus maestros; Manuel, que
así se llamaba el niño, debía haber sido un
santo, o al menos, un santurrón de esos que
oyen misa antes del alba, comulgan los jue-
ves y andan con la mirada por los suelos y el
Lavalle en las manos, que muestran la timi-
dez más que el semblante. El Sr. Marcelino
Mangas, profesor del colegio de la Purísima
Concepción de Guanajuato, le enseñó latín,
el Antiguo Testamento y las Epístolas de S.
Jerónimo; el presbítero J. M. García León
hacía constar el 13 de Junio de 1829 que so-
bresalía en Metafísica y Ética; el secretario
de la Nacional y Pontificia Universidad de
México, D. J. M. Rivera, certificaba el 31
de Octubre de 1833 que había cursado tres
años de Cánones.
Iba, pues, camino real del sacerdocio,
codeándose aquí y allá con tonsurados y
devotos, hasta entrar al Seminario; y resul-
tó un ángel caído, implacable enemigo del
clero, bajo la custodia paternal de su tío el
Gral. Ignacio Alas, Ministro de Estado, que
tutoreaba a Melchor Ocampo, medio her-
mano de Manuel. Y los dos pequeñitos fue-
ron condiscípulos y amigos del general Félix
Zuloaga.
En el Estado de México comenzó a so-
nar su nombre como recto y enérgico, y el
6 de Diciembre de 1844, siendo diputado al
Congreso, él y el famoso José Llaca, que fa-
lleció en días en que su popularidad llegaba

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