Manuel J. Jáuregui/ Los 100 días

AutorManuel J. Jáuregui

El sábado el Presidente Fox cumple 100 días de haber tomado las riendas del Gobierno mexicano. Esta fecha no se conmemorará ni se festejará, en realidad no tiene mayor importancia que el detalle de que éste es el lapso que los expertos en política y en la formación de opinión pública consideran la "luna de miel" del recién arribado al poder.

Ahora bien, nunca hay una segunda oportunidad para crear una primera impresión. De manera que los estudiosos de esta materia consideran que -por lo general- la impresión causada en estos primeros 100 días es la que perdurará por todo el sexenio, en el mejor de los casos, pues siempre hay la opción de que un error garrafal convierta en peor lo malo. Además, es usual que en este periodo las críticas al Presidente nuevo se atenúen, pues existe una especie de entendimiento tácito de que hay que darle oportunidad de que "caliente el brazo".

Así como a un pitcher relevista le dan opción de tirar unas bolas antes de su aparición, a un Presidente novel no se le estrena a pastelazos. No es nada escrito, ni tampoco que sea costumbre, es una combinación de circunstancias unidas al lógico y humano deseo de iniciar un nuevo término presidencial yendo de menos a más. Cualquier cantante sabe que la nota aguda se da al último, so pena de dejar correr un gallo.

Poco a poco comenzarán a surgir por aquí y acullá críticas al "Señor Presidente". Ya que, debe saberlo, hasta este momento casi no se le ha tocado, pues existe un deseo subyacente en todo aquel que se interesa por la función pública de no contribuir al fracaso de una administración nacida de tan histórico suceso como la caída de un régimen partidista dictatorial y obsoleto. Nadie quiere ver naufragar la nave del foxismo, sencillamente porque no le conviene al país y a ningún ciudadano.

Queda claro que es la esencia misma de la democracia interesarse en los asuntos públicos, analizarlos y manifestarse en su torno. Igualmente es cierto que en las democracias es preciso dejar soplar los vientos de la opinión e incluso la controversia para avivar el fuego del civismo y enriquecer la vida democrática. El mismo Fox ha dicho que acepta la crítica.

Vencido el plazo mágico, pronto nuestro Presidente comenzará a ser el blanco de crecientes críticas, de opositores, de observadores y de simples ciudadanos, hasta culminar con el nombramiento de su sucesor. Incide en este proceso el hecho de que pocos Gobiernos de los que se tenga memoria arribaron creando tantas expectativas...

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