¿En manos de quiénes está la cultura de los estados?

AutorFrancisco Morales V.

Vista en su conjunto, la red de 32 dependencias estatales que conducen la política cultural del País puede asemejarse a una maraña de siglas poco comprensible y confusa.

ICA, ICED, Coneculta, Cecan, Secult SLP, Cultura BC... todas a cargo de la misma tarea en sus respectivas entidades federativas, pero con alcances, historias y patrimonio distinto.

En este sexenio, cuando el apoyo directo desde la Federación a las dependencias culturales de los estados se ha reducido a su mínimo histórico, la experiencia de sus titulares se ha vuelto crucial para procurarse fondos, mantener sus programas a flote y garantizar los derechos culturales de los ciudadanos.

No obstante, como evidencia una revisión hecha por este diario, existe un desequilibrio notorio entre los perfiles seleccionados por cada administración estatal para afrontar este reto en beneficio de la cultura.

Mientras que algunas entidades han apostado por funcionarios con trayectorias y estudios sólidos en el ámbito de la gestión cultural, en otras persiste también el pago de favores políticos y simpatías al otorgar puestos a funcionarios con nula, o escasa, experiencia.

A esto, además, habría que sumarle la desigual constitución de cada una de las dependencias, actualmente divididas en secretarías (tanto únicas como mixtas), institutos y consejos estatales.

Diferencias que responden a los momentos históricos en los que fueron creadas y que, por ello, han ido anquilosándose con el paso de los años.

"Lo que a mí me parece es que, por lo menos en los últimos 30 años, las instituciones culturales de los estados han ido acumulando una gran cantidad de problemas", reflexiona Eduardo Cruz Vázquez, especialista en gestión cultural.

Desde el Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (Grecu), el analista ha hecho una revisión abarcadora sobre esta red de instituciones culturales que, desde hace tiempo, sí han sido sujetas a cambios, pero no los necesarios.

"No ha habido los suficientes espíritus renovadores, o reformadores, para replantear las estructuras en las que se sustenta el quehacer cultural de los estados", agrega.

En la antesala de las elecciones por la gubernatura del Estado de México y de Coahuila, el mapa de las dependencias culturales de los estados exhibe un panorama complejo y cargado de problemas.

MÁS QUE NOMENCLATURAS

Una fotografía instantánea de las dependencias culturales de los estados muestra que, actualmente, en el País existen 16 secretarías de cultura, 4 secretarías mixtas, 10 institutos y 2 consejos estatales.

Ésta es una distribución que ha recibido cambios muy recientes, como en el caso de Nuevo León y Tlaxcala, entidades cuyas administraciones en turno crearon una secretaría para el sector, con distintos mecanismos para llevarlo a cabo.

Un caso opuesto al de Campeche, donde el actual gobierno local transformó la Secretaría de Cultura en el Instituto de Cultura y Artes del Estado de Campeche.

Más allá del cambio de siglas y el papel membretado, lo que se juega con estos movimientos administrativos es la posibilidad de hacerse con recursos con mayor eficacia.

"En la experiencia de los últimos 30 años, diría yo, ha quedado comprobado que la figura que más le conviene a las instituciones de los estados son los institutos", expone Eduardo Cruz Vázquez.

El analista, quien ha trazado la historia de la creación de estas dependencias, estima que esto se debe a que, sean descentralizados o desconcentrados, estos organismos, los más longevos del quehacer cultural, cuentan con personalidad jurídica propia y patrimonio.

"Eso les da mayor flexibilidad para enfrentar distintos desafíos", apunta.

Esto, desde luego, no es una regla inamovible, puesto que los institutos, como ocurre con el INBA y el INAH a nivel federal, pueden estar adscritos a una secretaría específica, lo que podría restarles capacidad para ejercer sus recursos.

Aunque acaba de estrenarse y es pronto para decirlo, éste podría ser el caso en Campeche, cuyo recién creado instituto podría perder autonomía presupuestal, al estar sectorizado con la Secretaría de Bienestar del estado.

Por otro lado, la creación de la Secretaría de Cultura federal en el sexenio pasado, que sustituyó por completo al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), trajo consigo una oleada de esfuerzos en los estados por imitar la maniobra.

"Se ha dado esa oleada de que los ejecutivos en campaña, o en algún momento dado, se les mete la peregrina idea de que por crear secretarías ya todo se va a cambiar mágicamente, como si la nomenclatura fuera la clave para la eficacia de la administración", critica Cruz Vázquez.

Como ejemplo, el especialista cita al Estado de México y a Coahuila, los estados que en este año tendrán elecciones a nivel gubernatura, y que funcionaban, a su juicio, mejor con institutos que con secretarías.

"Las secretarías tienen la ventaja, o la supuesta ventaja, de que al estar íntimamente ligados a la administración centralizada, eso implicaría unos beneficios de cercanías para la negociación de recursos", explica.

"Pero se ha comprobado la experiencia de que las secretarías han mermado la capacidad de gestión de recursos, de autonomía de decisiones", previene.

En los estados, donde la figura del Gobernador sigue siendo todopoderosa, conviene cuidar la libertad de las dependencias de cultura.

Asimismo, en algunos casos, el cambio a secretaría puede llegar a ser meramente cosmético, puesto que estas nuevas dependencias se "montan" sobre otras existentes, como ocurrió en Veracruz, donde la Secretaría de Cultura y Turismo del Estado opera el sector, primordialmente, a través del longevo Instituto Veracruzano de la Cultura.

Esto mismo podría ocurrir en el caso de la reciente creación de la Secretaría de Cultura de Nuevo León, montada a las espaldas del todavía existente Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León (Conarte).

"En Nuevo León, desde tiempo atrás ha habido el debate, o hubo el debate, sobre la creación o no de una secretaría de cultura y, al menos en años anteriores, se habían logrado equilibrar las voces hacia la defensa del Conarte", plantea en entrevista Ricardo Marcos, presidente de dicho órgano de 2015 a 2021.

"Sin embargo, quienes sí pugnaban por una Secretaría de Cultura, en su momento argumentaban precisamente este tema de paridad institucional con la Federación y que de esta forma se iba a manejar y a bajar los recursos de manera más efectiva.

"Aceptando que mi posición actual está, por el momento, fuera del ejercicio público, yo no he visto razones contundentes como para decir, o considerar, al menos en mi opinión personal, que realmente signifique una diferencia", juzga Marcos.

En una entrevista con Grupo REFORMA el pasado enero, Verónica González...

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