Maniqueísmo y riqueza

Fecha de publicación08 Abril 2024
Ricardo B. Salinas

Por Ricardo B. Salinas

En el mundo prevalece una visión equivocada que confunde desigualdad con pobreza y quienes la promueven nos quieren convencer de que la riqueza, por alguna razón, es perversa: lo nefasto es la pobreza y la debemos combatir con todos nuestros esfuerzos.

La riqueza ha sido objeto de un extraño maniqueísmo que a veces la glorifica y a veces la sataniza de formas igualmente irracionales. Esta forma de entender la riqueza de nada nos sirve y nos hunde en el subdesarrollo.

¿Realmente es “mala” la riqueza?

Constantemente he dicho que en América Latina prevalecen ideas que nos impiden avanzar en el camino al desarrollo económico. Una parte de estas ideas se relaciona con nuestros conceptos y mitos sobre la riqueza. Si logramos destruir esos mitos y ver a la riqueza y su proceso de creación de manera objetiva, habremos dado un gran paso.

Paradójicamente, a la riqueza material se le confieren propiedades extraordinarias, buenas o malas, que en el mejor de los casos son poco realistas. Por un lado, me llama la atención cómo en nuestros tiempos muchas personas son célebres sólo por el hecho de ser “ricos” —o por tratar de aparentarlo—, cuando en el pasado se valoraban aspectos mucho más relevantes como la sabiduría, el empeño, la prudencia o la valentía.

En realidad, los llamados millonarios muchas veces administran sólo una parte de los recursos que puede controlar un gobernante al frente de un presupuesto público —estatal o federal—, que puede alcanzar decenas de miles de millones de dólares. Curiosamente, también se tiende a exagerar el poder político de la gente rica, que suele ser mucho menor que el de un político encumbrado.

Por éstas y otras extrañas razones, en América Latina persiste la idea de que “la riqueza es perversa”. Desde niños nos enseñan que “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios”. No me parece que ser rico sea malo en sí mismo —a menos, claro, que la riqueza en cuestión sea mal habida.

Lo que confiere virtud o no a la riqueza es la forma en cómo se administra para crear o destruir nuestro futuro común.

En mi caso, la riqueza que administro está representada en gran medida en forma de acciones de empresas que realizan actividades muy diversas y que tienen como fin satisfacer necesidades específicas de millones de clientes.

Si por alguna razón yo liquidara todas las acciones que controlo para repartir los recursos entre miles de personas, muy...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR