Males crónicos

GUADALAJARA.- Duele ir al IMSS, y este dolor se refleja en sus pasillos y alrededor de sus clínicas.

La atención al derechohabiente es otro malestar con el que el paciente debe luchar. En un recorrido hecho por METRO en las clínicas 14, 45, 46, 89 y 110, entre el viernes 5 y domingo 7 de septiembre, se constataron las deficiencias que las clínicas aún no pueden solventar.

También conocida como Hospital Ayala, la Clínica 45 del Seguro Social está casi llena aún a media mañana. Afuera, el olor agrio de los puestos de comida, del agua estancada y el humo de los camiones que transitan por San Felipe, contrastan con el de hospital adentro.

A Urgencias se ingresa por un estacionamiento de 10 metros de ancho que comparten ambulancias y cuatro filas de asientos de espera.

Adentro, una mujer con ocho meses de embarazo ya ha sido atendida y lleva 30 minutos esperando los papeles para su hospitalización.

"Estoy esperando mi expediente, con eso ya me suben, no ha de haber cama", dice con dolor en rostro.

En la Clínica 46, una de las más organizadas y amplias, el problema está afuera.

Los vendedores ambulantes han sacado ventaja de las necesidades de los familiares de los pacientes, y de los trámites y burocracia de la institución; ahí encuentran pósteres de santos, micas, carpetas, chanclas... pero también máquinas para sacar copias, papelerías móviles y hasta loches y fruta.

El problema es que invaden las banquetas, dificultando el paso a personas con discapacidad o adultos mayores.

En la Clínica...

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