La magia de la Moncloa

AutorMiguel de la Vega

De entrada, Felipe González aclara que en México se tiene una percepción "extraña" sobre la transición española: "creen que en los acuerdos de la Moncloa se pactó todo, cosa que no es verdad". El ex Presidente socialista, artífice de la consolidación política y económica de España tras 40 años de la dictadura franquista, se dice y se muestra contento por el triunfo de la Oposición en las elecciones presidenciales de México. Entrevistado sobre el proceso de transición española, a lo largo de la conversación el tema de México va y viene, se cuela en cualquier posibilidad de análisis comparativo.

Vino al país para asistir a la boda de la hija de un amigo, pero su estancia se tuvo que alargar para recibir a todos aquellos que le pidieron unos minutos para conversar sobre el tema de la transición que inicia en México: desde el propio Fox hasta Roberto Madrazo, Porfirio Muñoz Ledo y Diego Fernández de Cevallos, entre otros políticos de todos los signos y partidos.

En referencia de nuevo a los Acuerdos de la Moncloa, y con evidente intención sobre el futuro de México, González explica que sirvieron, básicamente, para una negociación entre sindicatos y empresas, con el objetivo de detener la inflación. "Ese fue el punto de mayor eficacia que recuerdo de la Moncloa. Pero los acuerdos fueron, sobre todo, la inauguración de un estilo de relación entre las fuerzas políticas, una manera de hacer las cosas que tendía a consensuar los elementos básicos de la transición". En la Moncloa se creó un espíritu de diálogo y de acuerdo para transitar de una situación a otra. Esa es la magia de ese pacto.

¿Cuál fue la principal reforma que acordaron entonces?

La que nos llevó a hacer una nueva Constitución. La Constitución fue consensuada desde el primero hasta el último artículo. La virtud de la Constitución es que no era de unos contra otros, sino de todos.

¿Cómo se logran estas relaciones de confianza entre los actores?

Hablando y tratando de acercar el lenguaje que uno emplea cuando está hablando sin micrófono. Debo aclarar que la interferencia de un micrófono o una cámara es muy delicada. Esto lo compruebo en México, hablo con varios interlocutores de distintas corrientes políticas, si no hay micrófono o estamos tomando un café o almorzando, el lenguaje es mucho más coloquial, es más de confianza, las cosas se dicen con más naturalidad, nadie descalifica a nadie, es respetuoso, hay más tendencia a converger y a ponerse de acuerdo en elementos sustanciales. En cuanto aparece una cámara o un micrófono, la tendencia es a descalificar, a decir "yo no pacto". La transa aquí en México parece que se ve muy mal, y yo tengo una percepción radicalmente contraria: creo que a los ciudadanos mexicanos les interesa que haya acuerdos de temas fundamentales, no los consideran negativos, al contrario.

En momentos de transición, ¿con quiénes se deben hacer los primeros amarres?

Los primeros interlocutores que uno tiene son los representantes de la soberanía popular, las fuerzas políticas representadas en el Congreso. Ustedes no lo tienen muy complicado, nosotros hablábamos entre muchos, porque había grupos de ámbito territorial, había más partidos políticos, más fuerzas políticas; ustedes tiene tres fuerzas políticas y entre tres conforman, digamos, la totalidad de la representación parlamentaria. Esa es la primera aproximación. Si lo que se quiere crear es un área de consenso sólida en el país, no es suficiente...

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