Magia en la Calle Mina

AutorDaniel de la Fuente

Rogelio Fuentes toma unas tijeras con las que recorta una radiografía. En menos de un minuto, de la película que muestra el fémur de una tal Herlinda, las manos del artesano harán una mariposa de antenas y alas enormes.

¿Cómo le hace? Rogelio sonríe y se ve más amplio su mostacho y brilla su mirada ojerosa.

"Esto empezó hace como 11 años", cuenta, amable. "Un día llegó una niña, Ana Karen, una vecinita, y me pidió una mariposa. Agarré una cartulina y me salió no sé cómo... Es algo que Dios como que puso en mi corazón".

Él tiene 66 años, nació en Monterrey y asiste al zapatero Wenceslao Ávila, quien a su vez ayuda al artesano en su puesto en el Corredor del Arte, vendimia que desde hace 10 años se organiza todos los domingos sobre Mina, entre Padre Mier casi hasta Constitución, en el Barrio Antiguo.

Desde entonces elaboran piezas que, como magia, sacan de desperdicio: radiografías, cartones de leche, plásticos. Hacen manteles para niños con tetrapacks, flores e insectos con cucharas de plástico, y mariposas, que no sólo surgen de materiales fotográficos que sumergen en cloro para transparentarlos, sino de latas, que decoran graciosamente.

Su puesto exhorta a reciclar. Argumentan que estos materiales tardan años en destruirse... muchos más de los que se llevó el deterioro en el que cayó este viejo barrio de la Ciudad.

Mientras que entre semana en esta calle de piedras bola no sucede nada fuera del trajín de los vecinos que hay en la zona, los autos, el paso del sol y la caída de la noche silenciosa, y contrario a lo que sucedía con el auge de los bares, cada domingo desde hace una década el silencio es desplazado por el quehacer mágico de gente como Rogelio y Wenceslao.

La jornada de este día, que será bochornoso, inicia hacia las diez. Uno de los primeros en llegar al cruce de Mina y Padre Mier es Pedro Macías, vecino del área.

El comerciante, de 66 años que no aparenta, saca de cajas de cartón las piezas a vender sobre una mesa: billetes, grifos para servir cerveza de barril, botellas, estampillas, radios y relojes. Todo antiguo. Se dice comerciante de cosas usadas, no anticuario. Para eso se requiere conocimiento, dirá, de lo que carece. Aun así, intenta informarse y sabe que un paisajito como el que tiene de José María Velasco, de nueve por 14 centímetros, tiene valor, lo mismo que un chaleco de Cantinflas.

El trapo carece de atractivo de no ser porque el vendedor cuenta que el Mimo de México lo obsequió para una subasta, en el Bar...

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