'La madre del mundo'

AutorAlonso Vera

La que ha sido capital de Egipto por 13 siglos es más rica en cultura y arquitectura que cualquier otra ciudad en el continente africano. Pero más que una urbe, son varios microcosmos; oasis a orillas del "Padre Nilo" donde la vida transcurre suspendida en tiempos autónomos.

Llegar de madrugada a una metrópoli como ésta no es cosa fácil, y mucho menos cuando una tormenta de arena lo cubre todo hasta el horizonte.

De camino a mi hotel alcanzaba sólo a vislumbrar siluetas. De mezquitas y palacios, de modernos rascacielos suspendidos en la penumbra. Me sentí como Howard Carter, Theodor Davis y otros egiptólogos que desde el siglo 19 han develado los tesoros de este enigmático país escondido bajo la arena y el olvido. Y eso es algo que tiene este lugar: permitirle a cada visitante, sin importar sus milenios de historia, que se sienta como si fuera el primero.

El amanecer de una metrópoli

Y cuál fue mi sorpresa justo al arribar al hotel Four Seasons Cairo at First Residence, que al descender del auto se dejaron escuchar los cantos del muecín desde lo alto de una mezquita, llamando al primer rezo del día. Y comenzaron a coro, una a una, el resto de la centena en la ciudad, detonando la masa crítica espiritual y permitiéndome calcular las dimensiones faraónicas de mi destino. Anonadado me permití sentir la fresca brisa llevando consigo esencias del Nilo, y conforme el eco se disipó en el horizonte el sol pareció romper mil cristales, develando al fin ante mis ojos esta tierra que despertaba.

Panaderos en bicicletas con canastos enormes sobre sus cabezas, hombres vestidos de blanco caminando al rezo aún entre lagañas y bostezos. El humo de fuegos abiertos donde se liaba el desayuno y el destacamento del incesante tránsito en sus avenidas. Todo esto cuando apenas atravesaba el umbral del santuario de hospitalidad que resultó ser el hotel, un recinto con un vitral de tintes azules que domina su lobby, como un ojo guardián de alguna diosa de por allí, y que me vio desfilar rumbo a mi suite.

Era una de las 269 con decoración clásica en la propiedad, con baños de mármol, ventanales de piso a techo y puertas francesas entre la sala y la habitación. Allí pasé las mejores noches, perdiendo dinero en su casino y en las boutiques del centro aledaño, ganando kilos en sus exquisitos restaurantes gourmet Seasons y Lai Thai, y luego envuelto en sábanas del algodón más fino frente al Banco Oeste del Nilo, a un lado de los Jardines Botánicos que permiten ver las pirámides de Gizeh tras la entrañable mancha verde.

El Cairo Islámico

Siendo ésta una de las localidades más pobladas, históricas y abrumadoras del planeta, hay que develarla paso a paso. Y el primero de esos microcosmos mencionados que visité fue el llamado "Cairo Islámico".

Allí quedan, como testigos de épocas en que árabes, otomanos y posteriormente mamelucos gobernaron la ciudad, sus mezquitas y palacios más colosales. Erigidos a partir del año 641, cuando los musulmanes conquistaron Egipto de los...

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