Luz y sombra

Narraciones de personas que han ejercido esta profesión revelan las partes luminosas y oscuras de ser un objeto de deseo en esta popular manera de ganarse la vida

Karla Téllez

¡No regresaría a eso!

KARLA TÉLLEZ tiene 40 años y es ejecutiva de mercadotecnia.

Durante más de cinco años fue edecán y afirmó que fue una experiencia desagradable, aunque bien pagada.

"Es un trabajo absorbente, nunca tienes un fin de semana libre y, además, eres como una estatua, un simple mueble para adornar", comentó.

Algunas personas realizan esta labor por considerarla algo relativamente fácil, dijo.

"Mucha gente piensa o ubica a una edecán como una prostituta, más o menos de lujo, y ante eso, hay que defenderse", señaló.

La profesional explicó que estar con un vestido de Lycra promocionando un producto durante varias horas y bajo el escrutinio público es un trabajo muy frío, ya que todo depende de lo físico.

"Me acuerdo cuando tenía llamado en un restaurante de Masaryk y el gerente me dijo que no podía trabajar por fea. Me quedé helada, y luego vino el coordinador del evento que dijo algo así como que no estaba tan mal. Me sentí fatal. Aquí se juega con la autoestima de manera muy fría", aseveró la joven.

Téllez detalló esta profesión como un medio en que los engaños, las promesas, el sexo y las drogas están a la orden del día.

"Tú ves que hay niñas que están guapas, tienen pocos recursos y que no tienen problemas en aceptar invitaciones a salir; de hecho, a eso van, a volverse amantes de políticos o narcos, aunque sólo dure un poco", relató.

"Recuerdo a una chica que llegó, era muy bonita, y en poco tiempo se la llevaron a vivir al Pedregal, luego se peleó con el tipo y le quitaron todo".

Al cliché de edecán como "chica fácil" contribuye también el vestuario que se utiliza.

"Generalmente son prendas muy ajustadas, cortas y escotadas, con tacón alto. Hay que parecer sexy, aunque el producto no lo requiera.

"Yo me llevaba mi traje sastre, con blusa blanca, y, obviamente, no les parecía y me pedían que me cambiara", comenta.

El trabajo es tan amplio que abarca desde repartir muestras de perfume en tiendas departamentales o estar en stands de teléfonos celulares hasta ir a las carreras de coches o promover bebidas alcohólicas en antros.

"Esto es lo peor, sales muy noche, hay que lidiar con borrachos que creen que uno está disponible por estar allí y hay peligro de que te toquen e insulten. No falta el típico que se ofende porque no te quieres sentar en su mesa...

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