Luis Rubio / Sistema de gobierno

AutorLuis Rubio

¿Por qué perdió eficacia el Gobierno mexicano? Lo que lo distinguió a lo largo de casi todo el siglo 20 fue su estabilidad y efectividad, en franco contraste con la mayoría de las naciones del hemisferio. México se caracterizaba, como repetidamente afirma el Presidente, por su estabilidad, orden y crecimiento económico.

Todo eso se acabó y no hay un diagnóstico compartido sobre las causas de la debilidad actual del Gobierno, pero tengo certeza de que el intento centralizador actual no logrará su objetivo de restaurar su antigua eficacia.

El corazón del problema yace en un sistema de gobierno obsoleto que no funciona desde hace casi medio siglo y, más importante, que no va a funcionar por más que el Gobierno intente reconstruir sus desvencijadas estructuras.

México adquirió un sistema federal de gobierno porque lo copió de la Constitución estadounidense, pero sus circunstancias no eran similares. No es casualidad que las dos etapas de mayor crecimiento económico -y de sus beneficios en la forma de movilidad social y creación de empleos- fueron el porfiriato y la etapa priista postrevolucionaria. El común denominador fue la centralización del poder, es decir, la violación flagrante de la estructura constitucional.

A pesar de las caravanas retóricas que se le hacen al federalismo, el País no cuenta con un sistema de gobierno compatible con una organización política federal.

Antes del porfiriato y desde el fin de los 70, el Gobierno mexicano ha sido ineficaz. Antes porque no existía una estructura institucional, hoy porque la que existe ya no funciona.

La economía dejó de funcionar en los 70 y la política entró en crisis desde finales de los 60. En lugar de una apertura económica gradual, se cerró la economía y se provocó el colapso de las finanzas públicas en 1982.

Por el lado político, la apertura política fue atropellada porque fue reactiva y no modificó la forma en que se gobernaba al País. El sistema de gobierno, que se había estructurado desde los 30, quedó esencialmente igual: se resolvió el acceso al poder, pero, más que un cambio, se amplió el sistema existente, suponiendo que los problemas que eso arrojaba se resolverían solos, lo que obviamente no ocurrió.

En lugar de transformar al sistema de gobierno para que se pudiera lidiar con las condiciones y desafíos del siglo 21, se preservó su estructura y objetivos, lo que lo dejó totalmente incapaz de funcionar en un entorno radicalmente cambiado.

La apertura de la economía...

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