Luis Rubio / Panaceas

AutorLuis Rubio

Objetivos divergentes que pretenden resolver un problema común. Quizá así se podría comenzar a apreciar la complejidad inherente al nuevo tratado de libre comercio de Norteamérica.

Cada uno de los Gobiernos involucrados tenía sus prioridades y el resultado es el nuevo T-MEC que se inauguró esta semana: como todo instrumento, éste tiene sus virtudes y sus defectos, pero no es una panacea.

Según la vieja mitología griega, la panacea, nombrada así por la diosa de los remedios universales, es una cura a todos los males. El nuevo tratado comercial ciertamente no es una panacea en el sentido griego, pero es, sin la menor duda, el mejor acuerdo que era posible dada la coyuntura política.

Y ése es el criterio relevante: las negociaciones entre países son un reflejo tanto de los propósitos de las partes involucradas como de la correlación de fuerzas del momento.

Para el Gobierno del Presidente Trump, el objetivo primario era desincentivar la emigración de plantas industriales de EUA hacia México y el nuevo tratado refleja esa prioridad.

No hay contraste más grande entre el llamado NAFTA y su sucesor, el T-MEC, que éste. En este cambio desapareció la prioridad número uno por la cual México propuso la negociación original, al inicio de los 90.

El contexto de aquel acuerdo es clave: el Gobierno mexicano propuso la negociación de un acuerdo comercial y de inversión como medio para conferirle certidumbre a los inversionistas luego de la conflictiva década de los 80: en una palabra, el objetivo era utilizar al Gobierno norteamericano como palanca para recobrar la confianza perdida en la expropiación de los bancos.

Se buscaba un medio para asegurarle a los inversionistas que el Gobierno mexicano no actuaría de manera caprichuda o arbitraria en la conducción de los asuntos económicos y que las disputas que pudieran surgir entre el Gobierno y las empresas serían resueltas en tribunales no dependientes del Gobierno.

El Gobierno norteamericano de aquel entonces veía en el NAFTA la oportunidad de apoyar a que México lograra un progreso acelerado, objetivo central de la definición de su interés nacional.

Detrás de ello residía la premisa y expectativa de que México llevaría a cabo reformas profundas para convertir al tratado en una palanca transformadora que permitiera lograr el ansiado desarrollo, cosa que evidentemente no ocurrió.

Aunque la renegociación comenzó en el sexenio anterior, AMLO le imprimió su carácter distintivo, plasmando en el nuevo tratado sus...

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