Luis Rubio / Legalización y legalidad

AutorLuis Rubio

En 1904, Stanley, un periodista anglo-estadounidense, fue a África en busca de un científico y misionario escocés del que hacía tiempo no se sabía nada. La leyenda dice que, al encontrarlo y sin siquiera preguntar, afirmó: "Dr. Livingstone, I presume", a lo que siguió el té de las 5, tan característico de la cultura inglesa. Lo interesante es eso: no importa dónde estén dos ingleses, a las 5 están tomando el té. La cultura va en la sangre y, más importante, todo lo que ésta conlleva: costumbres, prácticas, conceptos, comportamientos. En ese contexto habría que analizar el asunto de la legalización de las drogas en México.

La idea de la legalización para erradicar la violencia es elegante, atractiva y analíticamente sostenible. Como liberal, rechazo la idea de que el Gobierno decida qué puede una persona comer, fumar o consumir: cada quien es responsable de sus acciones y el Gobierno no tiene que inmiscuirse, siempre que no se afecte a terceros. Ése es el problema de la legalización: más allá del legítimo placer individual de la mariguana, tenemos primero que entender los factores que harían viable la legalización como medio para abatir la violencia, porque no hay nada más poderoso que una idea, pero también nada más riesgoso que una idea sin el andamiaje para que sea exitosa.

Más allá de preferencias ideológicas, legalizar tiene todo el sentido del mundo como medio para reducir la rentabilidad de las mafias, eliminando el principal incentivo del negocio. Si la droga es legal (y si se han resuelto los problemas de cómo se produce, distribuye y regula), las mafias que proliferan por ser un mercado prohibido dejan de existir. El argumento económico es impecable y poderoso.

Pero para que pudiese ser exitosa una legalización en nuestro contexto, tendrían que resolverse al menos tres asuntos. Primero, que la legalización involucre al mercado relevante. Segundo, que incluya a todos los productos significativos. Y tercero, que haya capacidad real y efectiva de regular los mercados respectivos para que el circuito que va de la producción al consumo quede bien establecido, regulado y seguro: que no haya fugas y que los niños no tengan acceso a la droga. Si uno ve casos del mundo, es en estos últimos asuntos donde se atoran.

Según la Encuesta Nacional de Adicciones, el uso de drogas en México es pequeño, se concentra en localidades específicas, y aunque crece, la base es tan pequeña que, fuera de algunas colonias o grupos sociales, todavía no puede...

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