Luis Rubio / Otras herencias

AutorLuis Rubio

Miedos, intereses, inercias y una gran miopía impidieron que el país llevara a cabo una transformación integral en las pasadas cuatro décadas. Se emprendieron reformas de diversa índole, algunas más profundas que otras, pero siempre de manera parcial; siempre hubo limitaciones y poderosos intereses que sesgaron los procesos de reforma en aras de preservar cotos de caza, negocios particulares y oportunidades de corrupción. Aun así, hubo muchas reformas exitosas en el ámbito económico, pero se dejó prácticamente intacto al sistema político, lo que dejó un sinnúmero de espacios en los que interactuaban -más bien chocaban- los procesos de reforma económica con las realidades del poder y de los políticos.

Andrés Manuel López Obrador afirma repetidamente que en los pasados 36 años no se avanzó nada, que todo fue malo. Sus afirmaciones son factualmente erradas, toda vez que la evidencia es abrumadora en sentido contrario: quienquiera que haya cruzado por el Bajío en los últimos años podrá apreciar la espectacular transformación que han experimentado estados como Querétaro y Aguascalientes y, de ahí, toda la región hacia el norte y buena parte del noroeste del país. Si uno observa el comportamiento de las exportaciones, México se ha convertido en una verdadera potencia mundial. En una palabra, la transformación es real como pueden atestiguar decenas de millones de mexicanos.

Pero AMLO tiene absoluta razón en que el cambio y progreso que se ha dado ha sido sumamente desigual al no beneficiar de la misma forma a la totalidad de la población. Quienquiera que haya visitado Oaxaca, Chiapas o Guerrero sabe bien que ahí el progreso ha sido mucho más limitado, que las formas de vida, control social y político de antaño siguen prevaleciendo y que la vida cotidiana para la mayoría de la población no ha cambiado mayormente en décadas si no es que en siglos. Al mismo tiempo, AMLO debería estar contento de que así fuera, pues, de otra forma, jamás habría sido electo.

El punto es muy claro: los mexicanos estamos pagando el costo de la reticencia a reformar al país de manera integral, de tal suerte que toda la población, de todas las regiones, tuviera la misma oportunidad de entrar de lleno al mundo del crecimiento y la productividad. Eso ha venido ocurriendo en naciones como Chile y Colombia, para no hablar de varias naciones asiáticas y europeas, donde las reformas fueron integrales, sin miramiento y sin el prurito de preservar espacios para la...

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