Luis Rubio / El costo de las vacas

AutorLuis Rubio

¿Cuántos empleos, y puntos de crecimiento, está dispuesta a perder la sociedad mexicana -y su gobierno- por el prurito de preservar entelequias como Pemex y CFE? El gobierno ha anunciado que va a guiarse por criterios de productividad y que se va a dedicar a crear condiciones para que ésta crezca de manera acelerada. El concepto es correcto: existe una correlación absoluta entre el crecimiento de la productividad y el de la economía. Sin embargo, más allá de otros factores (algunos no pequeños), los dos monstruos que más productividad le restan a la economía mexicana son las paraestatales de la energía. Si esas empresas no son transformadas, el argumento de la productividad acaba siendo, como dicen los chavos, puro rollo.

En el corazón de la economía mexicana yace una enorme contradicción: una parte es extremadamente productiva y competitiva, en tanto que la otra vive por milagro: el milagro de la protección gubernamental. Esto es cierto tanto del sector manufacturero que sobrevive gracias a subsidios y aranceles como de las empresas paraestatales que subsisten gracias a que no enfrentan competencia alguna. La enorme productividad que genera el primer grupo acaba siendo eliminada -derruida- por la productividad negativa que arroja el resto. El resultado es muchos menos empleos y menor crecimiento del que sería posible. Es decir, al preservar esos monstruos burocráticos y corruptos, el país está sacrificando su futuro y su prosperidad. No hay otra lectura posible.

Hay dos maneras de analizar la necedad política. Una es remitiéndonos a la historia, a los intereses que depredan en y de esas empresas, y a la narrativa que el régimen de la revolución construyó para preservar (y ordeñar) esos nichos de poder y corrupción y riqueza. Los precedentes históricos explican el régimen petrolero pero también son causa de su improductividad por los incentivos que crea un régimen de monopolio. La historia se ha explotado y abusado a más no poder. Por otro lado, es evidente que, en ausencia de contrapesos efectivos, una privatización del recurso sería inimaginable. Simple y llanamente, si otros actores, mucho más pequeños, se saltan todas las trancas regulatorias y se burlan de las autoridades sin el menor rubor, ¿qué sería necesario construir en términos institucionales para asegurar que eso no ocurriera bajo un régimen nuevo en materia petrolera y eléctrica?

La otra manera de entender la perseverancia del régimen de monopolio estatal en esta materia...

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