Luis Rubio / Ausencia de visión estratégica

AutorLuis Rubio

Pocas cosas nos distinguen tan nítidamente como país que la total ausencia de visión estratégica: el país vive al día y para el día. Los asuntos no se resuelven, simplemente se posponen; los problemas no se atienden, se compran; no se reconocen los desafíos, se ignoran. En una de las anécdotas más descriptivas del viejo sistema político, se decía que el presidente Adolfo Ruiz Cortines tenía dos charolas en su escritorio: una decía "problemas que se resuelven solos" y la otra "problemas que se resuelven con el tiempo".

Esa lógica tenía viabilidad en una época en que el gobierno gozaba de pleno control. El sistema priista era un mecanismo de control hegemónico con tentáculos hasta en el pueblo más modesto; sus operadores tenían presencia en la mayor parte del territorio nacional y servían tanto como medio para obtener información de los asuntos locales y los potenciales desafíos al sistema, como para disuadir a los potenciales revoltosos o, en su caso, aplacar cualquier disidencia. Problemas había muchos pero el sistema tenía mecanismos para lidiar con ellos y, en un mundo sin la ubicuidad de la información y los teléfonos con cámara, nadie se enteraba de la forma en que se atendían: lo que contaba no era el cuidado sino la eficacia. Era un mundo por demás simple.

Los presidentes de las últimas décadas seguro soñaron en más de un momento con aquel mundo sin prensa, con ciudadanos sin opciones ni información y con la capacidad de desaparecer los poderes de cualquier gobernador que no se sometiera al poder central. Pero eso era antes: hoy vivimos en un caos creciente porque se pretende que nada ha cambiado.

Para funcionar en esta era, además de desarrollarse, un país requiere allanar el camino en múltiples frentes y eso implica una visión estratégica. Su ausencia en la actualidad -y en nuestra historia- es pasmosa y hasta suicida. Los problemas no se resuelven sino que, en vernáculo, se "patea el bote". Unos miembros del gabinete sacrifican a otros con tal de ganar un punto sin importar las consecuencias, incluso para el propio gobierno, para no hablar del país; el caso de las recientes elecciones es revelador: algunos miembros del gabinete presidencial prefirieron perder las elecciones con tal de excluir a un potencial rival en el PRI. Lo importante es el hoy, el ahorita y yo. Con esta racionalidad, los problemas no desaparecen, sólo se prolongan, posponen y magnifican. El caso de la CNTE es paradigmático.

Si el problema fuesen...

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