Luis Rubio/ El riesgo de la inercia

AutorLuis Rubio

El gobierno prometió grandes cambios, pero los meses pasan y, pronto, dejará de tener la posibilidad de hablar del pasado sin referirse a sí mismo. La inercia es apabullante y constituye un riesgo creciente. Por supuesto, no todas las inercias son malas: en un sinnúmero de instancias la continuidad entre el gobierno anterior y el actual se ha traducido en enormes beneficios, como lo muestra la fortaleza del tipo de cambio, el hecho de que México no haya caído presa del efecto tango, como le ocurrió a Brasil y, más importante, que la tan temida transición política se diera sin violencia ni aspavientos. Las ventajas de la inercia son enormes, pero también lo son sus perjuicios. Para la mayor parte de los mexicanos se vuelve cada vez más difícil separar el gobierno anterior del actual. Empieza a crecer la sensación, al estilo de Lampedusa, de que todo cambió para que todo permaneciera igual. Pero ese no es el riesgo más grave. El verdadero riesgo reside en que acabemos peor de como empezamos. De no actuar en diversos frentes podemos terminar como Argentina, en crisis y sin opciones.

El gobierno actual no es culpable de los males que existen en el país y, a diferencia de sus predecesores (que, por asociación partidista, heredaban lo bueno pero también lo malo), nadie supone responsabilidad alguna sobre el pasado. Pero la abrumadora mayoría de los mexicanos, igual los que votaron por Vicente Fox que los que no lo hicieron, tiene carencias y demandas concretas que requieren respuestas. El riesgo para el nuevo gobierno reside en que todos esos mexicanos lo acaben viendo como otro más del montón y no como aquél que dio inicio a una nueva era, tal y como pretende ser considerada la presente administración.

Independientemente de cómo acabe siendo el desempeño del actual gobierno, el hecho de que éste emane de un partido distinto al PRI entraña, en sí mismo, el inicio de una nueva era para el país. Pero la presidencia se ganó para llevar a cabo un cambio y no para perseverar en un proyecto político que los propios electores desecharon. La oferta presidencial incluía no sólo programas específicos en diversas áreas sino también -y más importante- una nueva manera de hacer las cosas. Sin embargo, todo esto ha sido mucho más difícil de lograr de lo que suponía el gobierno gracias a la combinación de una extraordinaria complejidad en las labores gubernamentales, la inevitable inexperiencia que caracteriza al equipo gubernamental y, particularmente, la...

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