Luis Rubio/ Las campañas y la realidad

AutorLuis Rubio

La pregunta crucial para México y los mexicanos es cómo vamos a enfrentar los enormes retos que impone la economía de la información cuando todavía estamos muy lejos de haber dominado lo más elemental de la economía agrícola e industrial. Los factores clave para el desarrollo económico en la actualidad cambian de una manera vertiginosa, imponiéndole enormes retos al país para el futuro mediato. De hecho, la llamada nueva economía, la que está revolucionando al mundo a través de la innovación, Internet y las nuevas maneras de producir, comercializar bienes y servicios y, en general, de competir, ofrece la oportunidad de que la economía mexicana dé un salto hacia etapas más avanzadas de desarrollo, pero también entraña el enorme riesgo de que nos rezaguemos todavía más. Sin embargo, no hay nada de estos extraordinarios desafíos, o de las opciones que tenemos frente a ellos, en las campañas presidenciales. Los candidatos parecen menos interesados en el futuro de México que en el suyo en lo personal.

El país enfrenta retos fundamentales. Quizá nada los describe de manera tan sucinta como la absurda paradoja que nos caracteriza en el momento actual: la economía ha estado creciendo aceleradamente, pero la mayoría de los mexicanos ni siquiera se ha enterado de ello. Esta paradoja es sintomática del momento que nos ha tocado vivir pero, a diferencia del pasado, se trata de una situación que es menos producto de obstáculos infranqueables que de la ausencia de políticas gubernamentales idóneas que permitan enfrentar y superar el reto. Nunca antes, quizá desde el comienzo de la Revolución Industrial, se había presentado la oportunidad de romper con las estructuras anquilosadas de nuestra economía y sociedad, estructuras que producen los niveles extremos de desigualdad, pobreza, marginación y subempleo que nos caracterizan. Sin embargo, a pesar de que la oportunidad ha sido evidente por varios años, no existen políticas gubernamentales orientadas a aprovecharla. Nuestro problema es todavía más fundamental: hoy en día ni siquiera existe un reconocimiento público por parte de las autoridades de que existen riesgos, para no hablar de algo inimaginable e inasible para la encumbrada burocracia, como es la noción de una oportunidad. Mucho más patético es el hecho de que quienes están en el negocio de hablar y pensar sobre el futuro, los candidatos presidenciales, ni siquiera han presentado el tema en sus planteamientos.

La paradoja del momento es reveladora...

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