Luis Rabinal González/ Justicia laboral

AutorLuis Rabinal González

Una de las preocupaciones que agobian mi desempeño como abogado es la de ser un eficiente comunicador con mis clientes. No me queda la menor duda de que no basta ilustrar al cliente sobre lo que prescribe la ley, ni indicarle dónde se encuentra, atendiendo a esa ley y según su caso y circunstancia propias. Sé que esto es lo primero, pero quedarse allí conllevará irremediablemente a una asesoría deficiente y podría ocasionar que el cliente incursione en una aventura más que en un proceso legal cuyos alcances, más o menos, puedan predecirse.

Y es que no obstante que de la correcta lectura y comprensión de la ley pueda un abogado asegurarle a su cliente que tiene un derecho y que por lo tanto puede acudir a un tribunal a exigirlo, el paso siguiente, el que consiste en llevar a cabo el proceso judicial necesario para demostrar que la verdad del cliente debe ser reconocida como la verdad legal, es simplemente toda una aventura y muy diferente a la dibujada en el texto de la ley.

Explicarle al cliente las realidades que privan en el mundo de los juzgados, ministerios públicos y juntas de conciliación, entre otros, se vuelve aspecto obligado en la comunicación entre cliente y abogado por el hecho de que esas realidades distan mucho de lo previsto en la ley. Así que, para lograr que a nuestro cliente se le ministre justicia no basta que sea titular de ese derecho, sino que es necesario que se ponga en marcha toda una estrategia para allanar los múltiples y variados obstáculos que se presentan en el proceso y práctica de lo que se llama "administración de justicia". Por ende, puede alguien tener derecho a algo, pero si no se cuenta con esa estrategia para afrontar las duras realidades del medio judicial, puede el cliente perder su caso, a pesar de tener la razón. Eso es lo que debe explicársele al cliente, con toda claridad. No basta tener el derecho, es necesario contar con otros recursos, muchos de los cuales repugnan con la justicia y con la moral.

Los tribunales del trabajo, conocidos como Juntas de Conciliación y Arbitraje, son una exponencial muestra de esta situación. Debido a que pocos patrones comprenden que la ley laboral es de orden social, esto es, que considerando que la relación de trabajo es una relación entre desiguales, tiene consecuentemente que darles a las partes de esa relación un trato diferenciado, en el que amparando y protegiendo al trabajador, parte débil de esa relación, compensa esa desigualdad real que existe entre éste...

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